
El oficial, a la izquierda, vestido de paisano. 1d1h34
Una promesa cumplida: el emotivo gesto de un agente del Gotham con el subinspector Antonio en su último adiós 1j3s4i
Más de un centenar de compañeros han despedido al fallecido en un homenaje que se ha celebrado este viernes en la Comisaría Provincial de Málaga. 3t3b2l
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Entre el oficial Fabián y el subinspector Antonio bastaban un par de miradas para entenderse. No hacían falta palabras. Veinte años juntos, encerrando a “los malos”, habían tejido entre ellos una complicidad de hierro, más fuerte que los lazos de sangre. Aunque no compartían apellido, eran, a todos los efectos, hermanos de vida, de calle y de lucha constante contra el crimen.
La casualidad —o quizás el destino— quiso que desde el día en que se conocieron no volvieran a separarse. Juntos pasaron por tres grupos distintos dentro de la Policía Nacional, compartieron turnos eternos, persecuciones de infarto y largas e intrépidas madrugadas. Hasta que este 5 de junio, todo cambió.
Antonio regresaba a casa tras una noche de trabajo cuando fue embestido de frente por un vehículo que circulaba en dirección contraria por la A-7. Dentro viajaban tres ladrones, fugados tras un intento de robo en una farmacia, perseguidos por la Policía Local. Todos murieron sobre el asfalto. Pero solo uno era inocente. Solo uno era la verdadera víctima: Antonio, que murió haciendo lo que más le gustaba, cazando a los delincuentes.
Antonio lideraba uno de los dos subgrupos del grupo Gotham, de la Comisaría Provincial de Málaga. Era un referente. Todos lo conocían, pero uno de ellos llevaba casi toda su carrera trabajando con él: Fabián. Con él compartió miles de operaciones, primero en las dependencias policiales de la zona oeste de Málaga, pasando por el grupo de Robos, hasta su último destino, siempre codo con codo.
“Esto no es habitual”, decía Fabián con la voz quebrada este jueves. “Uno asciende, otro toma otro camino… pero nosotros, por alguna razón, fuimos de la mano durante años. Era el mejor en lo suyo", declaraba.
Ambos compartían una forma muy clara de entender el trabajo policial: vivían para servir. Antonio no entendía los horarios en su profesión y Fabián no dudaba en hacer lo que fuera si él estaba ahí para sostenerlo: "Si estaba él, sabía que siempre todo iba a salir bien".
Fabián encontró en Antonio no solo a un camarada y confidente, sino a un cómplice de locuras. “Hemos hecho verdaderas barbaridades. Persecuciones de película”, contaba ayer emocionado. Y por eso, por haber vivido tan de cerca los márgenes del peligro, nunca temieron hablar de la muerte. Sabían que, si algún día llegaba, no debía sorprenderles. Porque en su oficio, la muerte no es el final.
Se habían hecho una promesa: si uno caía en acto de servicio, el otro acudiría a su despedida no con uniforme de gala, sino vestido de paisano, como siempre trabajaban. Porque los Gotham patrullan de noche y rara vez visten uniforme para pillar 'in fraganti' a los malos en sus horas bajas.
Y así fue. En el acto solemne celebrado el viernes en la Comisaría Provincial de Málaga, donde se le impuso a título póstumo la Medalla al Mérito Policial con distintivo rojo, Fabián no llevaba la vestimenta de gala como el resto de su grupo. Acudió como él sabía que debía: pantalón negro, camiseta oscura, botas de faena y su arma reglamentaria. Y estuvo al lado de la familia del fallecido. Porque así lo hubiera hecho Antonio.
Juntos enfrentaron bandas de aluniceros y persiguieron delincuentes que volaban cajeros con explosivos. Antonio llegó a montarle un operativo mientras hacía la compra en el supermercado. Trabajaron juntos en Málaga, en Madrid, en Sevilla, Castellón o Valencia. Daba igual el lugar. Lo importante era que estuvieran los dos. Dos nombres a los que el deber unió.
Ahora, uno sigue adelante. El otro ha partido. Pero Fabián llevará siempre el nombre de Antonio en cada una de sus operaciones, el de un amante del trabajo y del buen hacer, el de un policía al que siempre quiso clonar. Ambos estaban propuestos para recibir una Medalla al Mérito este año y bromeaban siempre con que no se la darían a los dos. Si finalmente se la dan a Fabián, seguro que acabará dedicándosela a su ángel caído particular.