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La planificación financiera personal y familiar debe tener en cuenta todos los factores que puedan influir en el bienestar financiero de las personas: patrimonio, capacidad de ahorro actual y futura, colchón de liquidez, inversión, aseguramiento, fiscalidad, etc.
De todos ellos, la inversión es uno de los que más inseguridad e incertidumbre provoca por el hecho de que, necesariamente, implica asumir riesgos, ya sea de generar pérdidas, de no conseguir la rentabilidad esperada o de oportunidad, es decir, no haber invertido en un activo mejor.
Teniendo en cuenta los activos más habituales en las carteras financieras de los inversores, la inversión busca generar rentabilidad asumiendo el riesgo que conlleva convertirse en accionista de compañías mediante la inversión en renta variable (acciones), o en acreedor mediante la inversión en renta fija (bonos). La combinación de estos activos determinará el perfil de riesgo de la cartera y, por lo tanto, también su expectativa de rentabilidad.
Uno de los aspectos más importantes, aunque no el único, a la hora de determinar el perfil de riesgo de las inversiones es el horizonte temporal, esto es, el plazo durante el que se prevé mantener los activos en cartera. Uno de los pasos a la hora de hacer una planificación financiera es identificar hitos y objetivos patrimoniales a lo largo de toda la vida.
Además, es útil establecer un nivel de importancia a cada uno de ellos, es decir, determinar cómo puede afectar al bienestar personal y familiar no poder hacer frente a los hitos previstos o no conseguir los objetivos marcados. Por ejemplo, poder hacer frente a los gastos de educación de los hijos o asegurar un determinado nivel de vida durante la jubilación son objetivos muy importantes para la mayoría de las personas. Sin embargo, el poder comprar un coche de mayor gama o una segunda residencia pueden considerarse objetivos secundarios.
Una forma de ordenar las finanzas personales es diseñar carteras de inversión por objetivos. Teniendo en cuenta las características como inversor (situación financiera y personal, experiencia o tolerancia al riesgo), se define un perfil de riesgo de las inversiones que tratan de dar respuesta a cada objetivo en función de su plazo y el nivel de importancia. En lugar de diseñar una única cartera de inversión que trate de dar respuesta a todos los objetivos vitales, es recomendable diferenciar las inversiones en carteras asignadas a cada uno de ellos. De esta forma, se consiguen varios objetivos:
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Mejorar la perfilación del nivel de riesgo del conjunto del patrimonio invertido al desagregarlo en diferentes perfiles diseñados para cada uno de los objetivos ya que es más sencillo definir el perfil de riesgo de una cartera con un único horizonte temporal.
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Facilitar la diferenciación del riesgo asumido por cada objetivo generando tranquilidad en el inversor que ve que las inversiones asignadas a los hitos más cercanos e importantes están asumiendo un riesgo adecuado. De otra forma, si una única cartera da respuesta a los objetivos de corto y largo plazo se estará asumiendo un riesgo intermedio entre dichos plazos y la volatilidad del conjunto de la cartera será mayor a la correspondiente al plazo más cercano. Aunque el conjunto del riesgo asumido sea correcto, no es sencillo para el inversor separar la evolución de la parte de la cartera más conservadora.
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Facilitar el seguimiento sobre el grado de consecución de cada uno de los objetivos, que permita adaptar la estrategia si es necesario.
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Facilitar la asignación de aportaciones adicionales a objetivos concretos.
Una planificación financiera que incorpore la inversión por objetivos tiene, habitualmente, al menos tres objetivos: mitigar la pérdida de poder adquisitivo de los excedentes de ahorro que puedan necesitarse en el corto y medio plazo, la consecución de un determinado importe para un futuro gasto previsto (por ejemplo, la formación universitaria de los hijos) y complementar los ingresos durante la jubilación. Cada uno de ellos tendrá un horizonte temporal diferente y, por lo tanto, una cartera asignada de diferentes características y perfil de riesgo.
Como se ha visto, la planificación financiera toca aspectos esenciales del bienestar general de las personas. Por ello, conviene dedicarle el tiempo suficiente y contar con asesoramiento profesional.
*** Ignacio Astorqui Nebreda es profesor de Afi Global Education.