Justin Trudeau, primer ministro de Canadá

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá EP 5s2n4g

Opinión BLUE MONDAYS

De la crisis arancelaria a la crisis económica 3h48

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha llevado a cabo su amenaza anunciando nuevos aranceles a las importaciones provenientes de México, Canadá y China. A partir del próximo martes, entrarán en vigor en México y Canadá se aplicará un arancel del 25% a todas las importaciones que estarán sujetos a un 10%. Por su parte, las importaciones desde China estarán gravadas con un arancel del 10%.

Estas medidas se justifican bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), declarando una emergencia nacional para abordar la crisis del fentanilo y la inmigración ilegal. Aunque resulte increíble, Trump argumenta que estas acciones son necesarias para proteger a los ciudadanos estadounidenses de las drogas mortales y la entrada de inmigrantes ilegales.

La reacción de los países afectados no se ha hecho esperar. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha anunciado aranceles de represalia del 25% sobre productos estadounidenses por un valor de 30.000 millones de dólares, efectivos desde el mismo martes.

Además, se prevé una segunda ronda de aranceles sobre productos valorados en 125.000 millones de dólares que se implementará tres semanas después. Por su parte, Claudia Sheinbaum ha instruido órdenes para que se implementen medidas arancelarias y no arancelarias en defensa de los intereses de México.

Puede sorprender, en contraste con la inmediatez de respuesta de los vecinos norteamericanos la reacción de China que aún no ha anunciado medidas específicas. Conviene recordar que en 2018 dejó que su moneda se depreciara como compensación a los aranceles sobre el acero y otros productos. Esa protegió a los exportadores y redujo el riesgo de que se intensificara la guerra comercial, pero generó fatales consecuencias inflacionistas alimentadas por la ultra laxa política de la Fed.

Se prevé una segunda ronda de aranceles sobre productos valorados en 125.000 millones de dólares que se implementará tres semanas después

Es evidente que estamos ante una escalada del proteccionismo estadounidense que carece de justificación económica y que perjudicará a consumidores y empresas al aumentar costos y alterar cadenas de suministro globales. La reacción de los mercados no se ha hecho esperar con el oro marcando nuevos máximos históricos y el dólar subiendo y un ligero repunte en el mercado de bonos.

Es muy posible que las bolsas estén infraestimando el impacto de estas medidas sometidas como están ahora al fragor de los resultados y al debate de la IA. Volviendo de nuevo a 2018, tras la fuerte devaluación del yuan, el S&P500 se movió en terreno resbaladizo y acabó el año en negativo.

Estados Unidos representa el 4% de la población mundial, pero aproximadamente el 30% del consumo global. Quizás Trump piense que esa relación de fuerzas le beneficia precisamente porque tienen el mercado de consumo más deseable del planeta y pueden imponer concesiones de una manera que ningún otro país puede.

Lamentablemente, este desafortunado paso al proteccionismo va a tener consecuencias globales. México y Canadá ocupan la duodécima y décima posición respectivamente por el tamaño de su PIB y sus economías presentan altas probabilidades de recesión. Además, suponen casi el 65% de las importaciones totales de petróleo crudo y productos petrolíferos refinados de Estados Unidos, con alrededor de 5 millones de barriles diarios de crudo.

Según la Tax Foundation, este cambio tarifario aumentará los impuestos en 1,2 billones de dólares (2025-2034) con un aumento de impuestos promedio de 830 dólares por hogar solo este año. Además, traerá consigo una reducción del PIB en un 0,4%, además de reducir el empleo en 344.000 puestos de trabajo.

La restricción mutua del comercio y una guerra abierta en la diplomacia, tiene consecuencias impredecibles en un momento delicado de cambio por el giro geopolítico global y lo avanzado del ciclo en las economías occidentales. Europa debería mirar con preocupación este efecto en cadena que más pronto que tarde acabará por sufrir en el peor momento posible, con Alemania sumida en una recesión industrial y una crisis de identidad, y con el resto de socios europeos mostrando una fragmentación económica, política y social como no se vivía desde la gran crisis financiera de 2008.