
Laurent Clech, director general de Vinci Energies España. Sara Fernández i5h5a
Clech (Vinci Energies): "Sin voluntad política, habrá más apagones; un operador único europeo lo cambiaría todo” 3t136k
El director de Vinci Energies en España reivindica las interconexiones con Francia, una visión europea del sistema y la energía nuclear como claves para la transición. 2x344j
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El apagón del 28 de abril recordó que llevar la luz a nuestros hogares es mucho más que pulsar un interruptor. Detrás de ese gesto cotidiano se esconde un sistema eléctrico complejo, formado por un entramado de infraestructuras, tecnologías avanzadas y sofisticados sistemas informáticos.
Miles de empresas hacen posible este entramado, entre ellas Vinci Energies, filial del gigante francés de infraestructuras Vinci. Con 1.736 empleados y más de dos décadas de experiencia en España, la compañía está capitaneada en nuestro país por Laurent Clech.
En transmisión y distribución eléctrica, Vinci Energies España juega un papel clave en el diseño, construcción y mantenimiento de infraestructuras esenciales como subestaciones, redes de alta tensión y proyectos internacionales de interconexión.
Destaca su participación en la interconexión submarina entre España y Francia, a través del Golfo de Vizcaya, una de las mayores obras de este tipo en Europa, que ha cobrado especial relevancia tras el apagón.
Además, la empresa impulsa soluciones innovadoras en energías renovables, almacenamiento en baterías y mantenimiento de centrales nucleares, combinando tecnología y sostenibilidad para un futuro energético seguro.
Laurent Clech, ingeniero formado en París y director general de Vinci Energies España, es consciente de los retos de esta transformación. Para el directivo, superar el reto de la transición energética requiere de redes, interconexiones y una gestión europea unificada.
¿Cuál es la estrategia de Vinci Energies en España?
Dentro de Vinci Energies tenemos tres verticales principales: producción, transporte y distribución de energía; procesos industriales; y tecnología de información y telecomunicaciones. Aunque somos una empresa de servicios, nos definimos como integradores dentro de procesos complejos para el cliente.
Antes trabajábamos para grandes utilities como Iberdrola y Endesa, encargándonos de actividades no esenciales para ellas, principalmente mantenimiento. Gracias a esta experiencia, Vinci Energies ha adquirido un profundo conocimiento en subestaciones y control.
Actualmente, estamos dejando atrás esos contratos tradicionales para centrarnos en proyectos más innovadores y complejos, como el almacenamiento en baterías y la interconexión eléctrica con Francia, además de participar en el sector fotovoltaico, apostando por soluciones más avanzadas y complejas. Para este año prevemos cerrar con una facturación en España de 400 millones.
El apagón ha puesto en valor la importancia de las infraestructuras eléctricas y su gestión...
En el año 90 la Unión Europea se dio cuenta de que, para lograr una verdadera integración dentro de una Europa que acababa de nacer, era necesario dar soporte a las infraestructuras eléctricas. Redactó lo que se llamó el Libro Blanco. En él se definían varias medidas, y una de ellas era establecer un Transmission System Operator (TSO), un operador del sistema de transporte- en cada país.
Este operador sería el encargado de estructurar las “autopistas de la energía”. Porque antes no existía tal figura: aquí había varios operadores que se encargaban tanto del transporte como de la distribución. El sistema, desde el punto de vista técnico, era complejo.
En España, eso dio origen a Red Eléctrica, que asumió inicialmente la gestión de las redes de 400.000 voltios y luego las de 220.000 voltios. Las de 132.000 voltios todavía permanecen en manos de las distribuidoras. Pero está claro que, con el tiempo, esos nudos también tendrán que ser gestionados con una visión de conjunto, a nivel país.

Laurent Clech, director general de Vinci Energies Spain.
En ese Libro Blanco ya se decía que había que garantizar la seguridad del sistema. ¿Cómo se hace eso?
Pues asegurando que, si en algún punto se produce un corte, la energía pueda redirigirse. Es lo que en francés se llama un boucle, un bucle: que si se corta por un lado, se pueda alimentar por otro. En aquel momento, ni siquiera existía ese concepto. Fue entonces cuando empezamos a desarrollarlo.
Y ahora estamos en otro gran reto: cómo se interconectan esos bucles entre países. La Unión Europea establece que debe haber un mínimo del 10% de interconexión eléctrica entre los países. Si hacemos las cuentas hoy, España tiene unos 120 gigavatios de potencia instalada y solo 2,5 gigavatios disponibles en interconexiones. Es evidente que hacen falta más interconexiones.
Todo el mundo quiere que al pulsar el interruptor la luz funcione, pero nadie quiere tener un poste eléctrico en su jardín. Es completamente comprensible, pero la realidad es que hoy en día es casi imposible construir nuevas líneas. Así que, lo que están haciendo los operadores es sustituir cables, reforzar postes, aumentar la capacidad… Pero llega un punto en que ya no basta, y habrá que construir nuevas líneas e infraestructuras.
A Francia no le interesa tener luz de España a cero euros porque necesitan justificar su parque nuclear y mantener su rentabilidad.
Ahora sí empezamos a pensar: “Ostras, esto va de redes, de interconexión…” Nos estamos despertando. Hace falta más interconexión, eso está claro.
Yo, desde que empecé en este oficio, ya escuchaba hablar de la interconexión a través de los Pirineos. Nunca se hizo. Que si por un oso en la zona, que si Francia… siempre había algo. Circunstancias que entonces no parecían importantes, pero hoy está claro que sí lo eran.
¿Detrás de todo esto hay un problema geopolítico?
España y Francia tienen intereses diferentes. A Francia no le interesa tener electricidad de España a cero euros entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde en verano, porque tienen nucleares que necesitan producir, justificar su parque y mantener su rentabilidad.
Pero llegará un momento en que habrá que buscar una solución. Porque ya se está discutiendo en Europa la posibilidad de tener, en lugar de varios TSOs, un TSO único europeo. Un sólo operador con una visión completa. Eso cambiaría todo el panorama.
¿Sería más eficiente contar con un TSO único europeo?
Por supuesto. En ese escenario, la cuestión del mix energético ya deja de ser puramente nacional. Se convierte en un asunto europeo. Hoy parece inimaginable, porque las decisiones energéticas siguen estando profundamente ligadas a cuestiones nacionales.
No podemos permitir que se repitan casos como el blackout de Italia hace 12 años o el apagón en España. Mañana quién sabe si Holanda o cualquier otro país europeo enfrentará lo mismo.
Si no hay voluntad política, seguiremos con estos problemas. Porque tener un único TSO europeo, con responsabilidad sobre todos los activos, aplicando la misma normativa medioambiental y con un enfoque centrado en el ciudadano, tendría todo el sentido.
El interés del ciudadano en Madrid no es diferente del de alguien en París o Estrasburgo. Hace falta una visión global. Aún estamos lejos, pero no veo otra forma de resolver este problema.
Ustedes participan en la construcción de la interconexión por el Golfo de Vizcaya, de la que se ha hablado mucho últimamente. ¿Cómo avanza esa obra?
La obra ya está en marcha. De hecho, yo he estado allí recientemente. Nosotros nos encargamos de las estaciones de conversión de corriente continua a alterna: una en Burdeos y otra en el lado español.
Los Gobiernos de España y Portugal han pedido acelerar las interconexiones con Francia tras el apagón, ¿es técnicamente posible que esta conexión esté lista antes de 2028?
No. Los plazos de construcción no lo permiten. La del Golfo de Vizcaya está fijada para 2028, y aunque se quiera acelerar, los tiempos técnicos son los que son.
Son lentos, sí, pero es que son obras gigantescas. Cada cable transporta 1 gigavatio, y son dos cables. Los transformadores tienen el tamaño de este edificio: desde el suelo hasta aquí arriba, ocupando el volumen de una planta entera. Hay siete transformadores, máquinas impresionantes.
El edificio donde se hace la conversión de alterna a continua tiene convertidores que llegan a 25 metros de altura. Es una obra de ingeniería brutal. Pero para 2028 sí estará listo.
¿Y cree que el apagón podría acelerar las otras dos interconexiones con Francia planteadas, la de Navarra y la de Aragón?
Debería. España quiere hacerlo, pero tiene que haber entendimiento con la otra parte. Si Francia no quiere, ¿qué se puede hacer?

Laurent Clech, director general de Vinci Energies Spain.
¿Están las redes eléctricas nacionales suficientemente modernizadas y preparadas para afrontar un mix cada vez más renovable?
Cuando hablamos de redes, hablamos desde los cables, que es la parte física y operativa, hasta los centros de control, que lo gestionan todo, y las subestaciones. Aún existen subestaciones muy antiguas. Creo que hay una en los Pirineos de los años 50.
Puede que la parte mecánica esté "envejecida", pero la parte de comunicaciones y control está actualizada. Red Eléctrica, por ejemplo, usa protocolos IP en toda la red de intercomunicación de sus subestaciones.
Antes eran protocolos complejos de mando y control. Ahora son más seguros y fáciles de instalar. Con eso se conecta todo: cámaras, sensores, datos… y viaja por fibra óptica sin problemas.Técnicamente, el sistema está funcionando al máximo.
¿Y qué papel juega la sincronía en todo esto?
La red eléctrica tolera muy poca variación en frecuencia: apenas 0,2 Hz. Los motores de las centrales convencionales, como las nucleares o la cogeneración, funcionan todos al mismo ritmo, perfectamente sincronizados. Todos los generadores están conectados entre sí y se ajustan automáticamente para mantener la frecuencia estable.
Las energías renovables complican esta coordinación. Por ejemplo, una turbina eólica no gira siempre a la misma velocidad que una turbina convencional, sino que depende del viento y puede girar a 500, 700 rpm, etc. Hay que regular esa energía para que se adapte a la red.
Hay que invertir más en interconexión. Así podemos aislar y estabilizar zonas ante desequilibrios y aprovechar la energía sincrona de otras regiones.
En el caso de la energía solar fotovoltaica, es más complicado. La electricidad se genera en corriente continua, que no tiene frecuencia, así que es necesario convertirla en corriente alterna y sincronizarla con la red mediante inversores electrónicos.
Existen sistemas preparados para corregir estas diferencias, pero son complejos. Cuando se trabaja con generadores mecánicos tradicionales, hay cierto margen de ajuste, pero con las nuevas tecnologías electrónicas, la gestión se vuelve más delicada.
El trabajo que hace Red Eléctrica para mantener todo esto funcionando es impresionante. El debate de si hay mucha renovable ya es otra cuestión.
De lo que no tengo duda es que hay que invertir más en interconexión, porque así podemos aislar y estabilizar zonas ante desequilibrios y aprovechar la energía sincrona de otras regiones. No existe el sistema perfecto, pero cuanto mayor sea la interconexión, más robusta y segura será la red.
Vinci Energies participa en el mantenimiento y modernización de infraestructuras nucleares. ¿Son totalmente seguras estas infraestructuras? ¿Cree que España debería replantaerse su cierre?
Alargar la vida útil de las centrales nucleares es una decisión que debe tomarse con responsabilidad, pero sí, tiene sentido hacerlo si se garantiza la seguridad. Ningún sistema es 100% fiable, como demostró Fukushima, donde una ola dejó sin alimentación eléctrica a los sistemas de emergencia. Ese tipo de incidentes obliga a mejorar y reforzar las infraestructuras, algo que se ha hecho desde entonces.
He estado en el corazón de una central, en Almaraz, con un simple dosímetro. Durante las paradas de recarga de combustible, que duran unas tres semanas, se aprovecha para hacer un mantenimiento intensivo.
Se desmontan sistemas, se revisan válvulas una a una y se limpian a fondo. En esos días, la plantilla pasa de 250 a 1.500 personas. Aunque la estructura sea antigua, los componentes críticos se renuevan constantemente. Yo puedo asegurar que he estado ahí y no he tenido ningún miedo.
También hay una dimensión económica: cuánto se invierte, cuánto se recupera y en qué plazo. Por eso es fundamental que estas decisiones se tomen con una visión a largo plazo, desde el Estado o incluso a nivel europeo.
La gran ventaja de la nuclear es su fiabilidad: está disponible casi todo el año, lo que facilita enormemente la gestión de la red. En Francia, gracias a su parque nuclear, pueden planificar con mucha antelación: "levanto las barras" o "paro la producción", según la previsión de consumo. Además, combinan esta estabilidad con centrales de gas para responder a variaciones puntuales, como cambios meteorológicos.
Para mí, es importante que se mantenga. No hay duda. Si no hay nuclear, se encontrarán soluciones técnicas. Lo que ocurre es que ahora mismo no hay una solución técnica capaz de reemplazarla.
La nuclear facilita enormemente la gestión de la red. En Francia pueden planificar con mucha antelación: "levanto las barras" o "paro la producción", según la previsión de consumo.
Vinci Energies también se especializa en la parte de integración de baterías. ¿Son ya estas instalaciones una opción viable?
Nosotros tenemos un primer pedido que tiene que llegar. La tecnología no es muy compleja, pero hay que gestionar bien la energía: el sistema de mando y control, la comunicación entre subestaciones, la fiabilidad… Todo eso va a motivar el resto.
Con el parque de renovables que hay, si almacenas, puedes avanzar. El problema ahora es económico. Los 12 GW de baterías podrían instalarse en 4 o 5 años, que es lo que tarda en construirse. Pero para que esa tecnología sea rentable y los promotores apuesten por ella, todavía falta un poco más.
También es una cuestión de equilibrio. El inversor busca un retorno: si quiere un 7%, un 10% o un 12%, eso marcará qué proyectos salen adelante. Por eso unos te dicen: “A mí me salen los números”, y otros: “A mí no”. Porque sus expectativas son distintas.
Hay que ser realistas. Nació casi de la nada, lo cual es fantástico, pero como en física, todo sistema se estabiliza. Y ahora hay que pagar la curva de aprendizaje: el coste de hacer baterías eficientes. Los gobiernos deben ayudar a amortiguar esa curva. Una vez superada, todo será mucho más rápido.
Ya una placa fotovoltaica es casi un commodity. La compras por 82 euros, los chinos te la venden a 75. No hay tanta diferencia. La batería todavía no es commodity, pero no creo que tarde mucho.
Los 12 GW de baterías podrían instalarse en 4 o 5 años, pero para que esa tecnología sea rentable y los promotores apuesten por ella, todavía falta un poco más.
Vinci Energies también trabaja en soluciones globales para la ejecución de proyectos de biometano en España. ¿Cómo ven este negocio?
Llevamos dos años con un equipo específico siguiendo este mercado y ya estamos presentando ofertas. Vemos que hay interés.
La clave está en la complejidad tecnológica y operativa. Hay que gestionar residuos orgánicos, controlar olores, ruidos, ubicación... y asegurar que el entorno esté preparado. En Francia tenemos experiencia con más de 60 instalaciones, muchas impulsadas por agricultores que aprovechan el biogás para producir fertilizantes y energía en un circuito cerrado.
Además, en España hay más oposición social...
Así es. Muchos proyectos se plantean cerca de núcleos urbanos, lo que genera rechazo. En cambio, en Francia, la clave del éxito ha sido la integración local: proyectos impulsados por los propios agricultores, con beneficios claros para la comunidad.
Yo visité una planta donde dos agricultores eran accionistas. Uno de ellos me enseñó su planta con orgullo: era su innovación, su idea. Le venía perfecto: ganaba dinero, mejoraba su fertilizante, todo encajaba. Y como era agricultor del pueblo, tenía el apoyo del pueblo. No era una multinacional externa instalando algo. Ahí está la clave para que funcione en España: integración local.