Miguel Sánchez Galindo. 706n18
Europa ha sido históricamente un epicentro de innovación y liderazgo industrial. Sin embargo, en la era digital, la tendencia es distinta. A pesar de contar con una fuerza laboral cualificada y un tejido empresarial sólido, el continente ha perdido competitividad frente a Estados Unidos y Asia.
Entre 2013 y 2023, la cuota de ingresos globales de la UE cayó del 22% al 18%, mientras que EE. UU. la aumentó del 30% al 38%. China creció ligeramente del 10% al 11%. Estas cifras reflejan un declive en sectores clave como la inteligencia artificial, la computación cuántica y las tecnologías verdes. ¿Qué frena a Europa y cómo puede revertir esta tendencia?
El mayor obstáculo de Europa es su diversidad. Mientras que EE. UU. opera como un único mercado digital, Europa está dividida en 27 mercados con regulaciones y sistemas fiscales distintos. Esta fragmentación impide el crecimiento de empresas tecnológicas europeas a una escala competitiva frente a gigantes como Amazon, Google o Alibaba.
La falta de consolidación en infraestructuras digitales es un claro ejemplo. La UE cuenta con 48 grandes operadores de redes móviles y 351 operadores virtuales, mientras que EE. UU. tiene tres grandes operadores y China, cuatro. Esto dificulta el desarrollo de tecnologías como el 5G, donde Europa avanza lentamente debido a la falta de armonización regulatoria y de inversión.
Actualmente, el 80% de las tecnologías empleadas en Europa provienen de terceros países. En sectores clave como semiconductores, ciberseguridad e inteligencia artificial, el continente depende de proveedores externos, principalmente de EE. UU. y Asia. Esta situación compromete la soberanía tecnológica y la seguridad de infraestructuras críticas.
Para revertir esta situación, Europa debe fortalecer su mercado único digital eliminando barreras regulatorias y fiscales que fragmentan el ecosistema. Iniciativas como los Proyectos Estratégicos de Interés Común Europeo (IPCEI) han impulsado la colaboración entre Estados en semiconductores y baterías avanzadas, pero es necesario ampliar su alcance a inteligencia artificial y computación cuántica.
Además, Europa debe acelerar la inversión en conectividad y tecnología. Como ejemplo, Bruselas estima que se necesitarán 200.000 millones de euros para desplegar redes 5G en toda la región de aquí a 2030, y otros 200.000 millones en inversiones en IA. Este esfuerzo será clave para la competitividad y el desarrollo de industrias emergentes.
Un reto aún mayor ante los efectos que en la estrategia de seguridad y defensa europea ha provocado la situación geopolítica global, lo que sin duda forzará una revisión profunda en el presupuesto europeo y nacional.
Otro de los desafíos a los que nos enfrentamos es a la escasez de talento en inteligencia artificial, ciberseguridad y análisis de datos. España, aunque supera la media de la UE en competencias digitales, cuenta con un menor porcentaje de especialistas en TIC (4,4% frente al 4,8% europeo). Se necesitan 1,5 millones de especialistas para cubrir la demanda del mercado.
Fortalecer la colaboración entre universidades y empresas es crucial. Los programas de formación dual pueden ser una herramienta eficaz, además de fomentar la participación de mujeres en carreras STEM para reducir desigualdades en el sector tecnológico.
El éxito de Europa dependerá de su capacidad para superar sus desafíos estructurales. La Comisión Europea deberá definir si cerramos la brecha con EE. UU. y Asia o seguimos perdiendo terreno. Con una estrategia clara, Europa tiene el potencial de liderar en inteligencia artificial, tecnologías verdes y computación cuántica.
La tecnología es un motor de transformación social. Si Europa aprovecha esta oportunidad, no solo garantizará su competitividad, sino que también establecerá un modelo de desarrollo inspirador. Es el momento de que Europa asuma el liderazgo que le corresponde en la era digital.
*** Miguel Sánchez Galindo es director general de DigitalES, Asociación Española para la Digitalización