Dice Feijóo que Sánchez no puede pisar la calle, pero en el Congreso el presidente está como en una sidrería. Cada vez más cómodo. Ha escuchado al padre Feijóo con una pierna cruzada sobre la otra –¡con lo difícil que es colocarse así en el escaño!–, se ha tomado un caramelo de los que le suele coger a María Jesús Montero y se ha ido.
El Gobierno actúa así porque las sesiones de control ya no las ve nadie. Son el epicentro del parlamentarismo español, pero el parlamentarismo español está muerto y, por eso, ya no hay epicentro ni hay nada. Sólo las vemos nosotros, los periodistas, porque nos pagan. También quienes se asoman al telediario, pero por culpa de los periodistas, que incluyen en la edición de los miércoles alguna que otra escena.
Sólo así es posible comprender la relajación del Gobierno, las piernas cruzadas del presidente, el caramelo de Montero, mientras dentro ocurre lo que ocurre. La sucesión de decenas de preguntas insinuantes sin respuesta. Que te digan que has robado y no puedas negarlo.
El PP se pasa de frenada intencionadamente asumiendo una virtud y un defecto. La virtud consiste en que el Gobierno no contesta y produce bochorno. El defecto está en que, si no hay condena por esos todavía presuntos sucesos, cobrará sentido el mantra de la derecha difamadora y bulímica.
Por ejemplo, le menciona Cuca Modric a María Jesús Montero un porrón de reuniones acerca de Air Europa, una visita de Aldama a su ministerio y no sé cuántas cosas más. Pues María Jesús, que podría decir que eso no ocurrió, que no hubo visita, que Begoña no hizo tal, que fulano no hizo cual, sale en respuesta con un alegato sobre el carácter antidemocrático del PP.
Va Esther Muñoz –otra diputada de Génova– y le dice a María Jesús que por qué, si la ley le obliga, no se financia lo aprobado para los enfermos de ELA. Y le dice María Jesús que el PP se niega a cumplir la Ley de Memoria Democrática.
Óscar López, que tiene una voz de terciopelo preciosa, se ha convertido en un ministro expresionista. Como en uno de esos programas de la tele donde hay que hacer mímica para que el compañero adivine, le ha hecho a María Jesús un gesto con la mano que no podemos describir con palabras pero que significa "sobre".
¡Los sobres, María Jesús, los sobres! Pero ella no acertaba. Casi al límite de tiempo, se ha percatado y ha dicho eso, lo de los sobres de Génova, los sobresueldos, y Óscar, sudando, ha asentido con la cabeza como asintió Sergio Ramos en el minuto 93.
Sánchez, que ni siquiera ha utilizado papeles para contestar al padre Feijóo, ha vuelto a sumergir en la "casquería" los presuntos casos de corrupción. En la lengua popular, la casquería es eso sin importancia que se vende a precio de saldo en los mercadillos. Pero, según la RAE, "casquería" es un "conjunto de , órganos y otras partes del gobierno ensangrentadas".
Entonces, Sánchez, lo que nos dice sin darse cuenta, es que en esas informaciones que con tanta devoción lee el padre Feijóo, están las vísceras del Partido Socialista. Otra pregunta sin respuesta: "¿Avala usted la gestión de Santos Cerdán?". Santos estaba arriba, con las piernas muy abiertas, en su pose característica. Manos entrelazadas y el móvil sobre la mesa. De ese teléfono, según la UCO, salieron mensajes a la trama donde se le ve muy interesado en la adjudicación de obras públicas.
Santos se ha reído cuando su nombre ha sonado por la megafonía. Pero ha sido una de esas risas difícilmente definibles. Para reconocer la frontera entre una risa nerviosa y una risa divertida hay que conocer mucho al reidor y haber leído a Freud. No hemos disfrutado de ninguno de los dos placeres.
Cuando el padre Feijóo ha lanzado la pregunta sobre Santos, una diputada de la fila de adelante se ha levantado, se ha dado la vuelta y le ha dicho a Santos que ella sí avala su gestión. El problema es que Santos sabe que esa diputada le avala porque su cabeza depende de él, pero el único avalista que a él le importa es el que ha declinado avalarle explícitamente. En el PSOE de hoy, si no tienes a ese avalista, acabas abalado.
Menos mal, de veras, que la gente no ve las sesiones de control. Estaban las pantallas de la traducción averiadas y, cuando ha hablado Miriam Nogueras, del partido de Puigdemont, no se ha enterado ni Peter. Periodistas y diputados hace tiempo que dejaron de utilizar los auriculares porque son incómodos y el cable se enreda en una metáfora inmejorable del Consejo de Ministros.
"¡Visca Catalunya lliure". Eso sí lo hemos entendido. Sánchez, también. Y, como siempre, no ha respondido.
Menos mal que la gente no ve las sesiones de control. Mertxe Aizpurua, de Bildu, que no ha mostrado arrepentimiento por los editoriales que escribía en Egin a favor de ETA, ha preguntado al presidente por el estado de los derechos y las libertades. Le ha exigido premura en la solidaridad con las víctimas... del amianto.
Si la gente lo viera, no se lo creería. Le ha entrado un ataque de risa al padre Feijóo, siempre tan mesurado. Ha sido cuando María Jesús les ha acusado de insumisión a la Democracia. ¡Ese es tu "pecado capital", padre! Feijóo, que votaba a Felipe González.