Antonio Pelayo celebrando misa en sus Bodas de Oro como sacerdote en 2018.

Antonio Pelayo celebrando misa en sus Bodas de Oro como sacerdote en 2018. Archidiócesis de Valladolid. 2w4y3h

Política HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Antonio Pelayo, el corresponsal que celebró misa con dos Papas: "El embajador de Trump lanzó 'fake news' contra Prevost" 2c256g

"Los fabricantes de armas que financiaron campañas contra Francisco financiarán ahora campañas contra León XIV". 1h3w1y

"Nunca imaginé que pudiera haber cardenales que llamaran hereje a un Papa, como ocurrió con Francisco". 2o6z3d

"En la primera homilía del Papa, ya hemos visto que sus conceptos son contrarios al trumpismo". 352d35

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Cuando cumplió los 25 años de sacerdote, concelebró una misa con Juan Pablo II. Y cuando cumplió los 50 años de sacerdote, concelebró una misa con Francisco I. Después, escribe. Después, aparece en el informativo. Ese es Antonio Pelayo (Valladolid, 1944), ese que vemos atendido en los restaurantes de Roma con un cariño atronador, ese que vemos reverenciado a orillas de la embajada española ante la Santa Sede, donde trabaja como asesor.

¿Quién puede competir con eso? ¿Quién va a contar mejor el nacimiento y la muerte de un Papa que este sacerdote-periodista que ha llegado a conocerlos en el instante más íntimo? La misa, el púlpito. Resucita don Antonio en nuestras televisiones, como si se abrieran las aguas, cuando hay cónclave. Pero lo que escuchamos es un fruto que lleva sembrándose desde el verano de 1978, que fue conocido como "el verano de los tres Papas". Había muerto Pablo VI, eligieron a Juan Pablo I, que murió en 33 días, y eligieron a Juan Pablo II.

Hacemos esta entrevista a trompicones, al ritmo que marcan los informativos de Antena 3, donde don Antonio trabaja como corresponsal. Suele viajar a Madrid, a la redacción central, armado de unos cuantos panetones. Y organiza "la fiesta del panetone".

Su verdadera vocación era la de sacerdote. Estaba estudiando con los jesuitas y, paralelamente, escribía sobre cine. Porque le encantaba el cine. Tanto le gustaba que acabaría casando a José Luis Garci. Se ordenó en el 68 y se graduó en el 70. Sus jefes de Vida Nueva vieron que circunscribir sus crónicas al cine suponía desperdiciarlo. De ahí al diario católico Ya, que lo mandó a París. Y de ahí, también con el Ya, a Roma, donde vive desde los ochenta.

Estos datos de currículum son suficientes porque su biografía se va a ir trenzando durante la entrevista con las de los distintos Papas que ha conocido. Empezaremos por el final, por Prevost, que ya es León XIV, y que va a tener muy poco tiempo para jugar al tenis.

–Don Antonio, y cuando oyó lo de Prevost... ¿qué?

–Fíjese lo que son las cosas... Una hora antes de la fumata blanca, estaba yo hablando con un agustino en la casa donde ha vivido Prevost hasta ahora. He tenido ocasión de saludar al nuevo Papa dos o tres veces. Supongo que ahora me preguntará, pero... Déjeme decirle que, en contra de esos cónclaves largos y enfrentados que muchos vaticinaban, su elección ha sido inteligente y concordada.

–Eso, ¿cómo leemos el cónclave?

–Ha sido uno de los más breves de la Historia. Intuyo que ha habido entre los cardenales una unión mucho más fuerte, nada coincidente con esa polarización que se decía.

Nos regala don Antonio un dato curioso: el Papa, si quisiera, podría revelar el resultado de la votación. ¿Lo hará? Porque, claro, no es lo mismo salir elegido por la mínima, con 89 votos, que arrasar, por ejemplo, con 130.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Hablamos ahora de la transformación sobrenatural que experimenta el cardenal que se convierte en Papa. Porque, como decíamos, como informaba don Antonio desde el Vaticano, el señor Prevost, quizá pensando que no iba a ser él ni de broma, se fue a jugar al tenis horas antes. O quizá se fue a jugar pensando que iba a ser su último partido. Vaya usted a saber.

El caso es que, como si fuera la escena del Match Point de Woody Allen, la pelota cayó de ese lado de la Historia que convertía al cardenal estadounidense en Papa. En un segundo, abandonó la irrelevancia histórica para convertirse en Historia eterna. León XIV, el 267º Papa de la Iglesia católica.

–¿Cómo es Prevost?

–Ya no es el mismo Prevost. Una misión así cambia a la persona repentinamente. Prevost era un hombre que evitaba la prensa y las relaciones públicas. Desde que es Papa, convencido de que tiene dentro de sí la fuerza para llevar a cabo su cometido, está mucho más suelto. Se le nota en el gesto. Pasó también con Bergoglio.

–¿Francisco no fue siempre como lo percibimos?

–No. Bergoglio no era tan espontáneo en sus días de arzobispo.

–Dijo Prevost en su primera aparición unas palabras en castellano. Conoce bien nuestro país, ¿verdad?

–Conoce y ama España. La ha visitado muchísimas veces. Sobre todo, cuando fue superior general de los agustinos. Iba a ver las casas, a estar con sus compañeros... A esto hay que añadir que, hace dos años, cuando fue nombrado prefecto del dicasterio para los oblispos, comenzó a reunirse, entre otros, con los cardenales españoles Omella, Cobo y Satué.

Entramos ahora a analizar la dimensión política de León XIV. Donald Trump y él son los dos únicos jefes del Estado que comparten lugar de nacimiento y nacionalidad: los Estados Unidos. Desde que la chimenea de San Pedro exhaló su fumata blanca, se ha ido dibujando a Prevost como un contrapeso de Trump.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Su huella digital –la investigación de sus redes sociales y el rastreo de sus homilías– permite concluir algo así. Llegó a reprender en Twitter al vicepresidente J.D Vance, un católico converso que se acabó siendo uno de los últimos visitantes del Papa Francisco.

–¿Va a ser un verdadero contrapeso a Trump?

–Diré dos cosas... Prevost es el menos norteamericano de los norteamericanos. Quiero decir: ha vivido más años de adulto fuera que dentro de los Estados Unidos. Su vida han sido Perú y el viaje por el mundo como superior de los agustinos. Su relación con Trump parte con grandes discrepancias que, creo, seguirán existiendo. Tienen posturas muy diferentes en inmigración y en la defensa de los derechos humanos. En su primera homilía, aunque lógicamente no ha mencionado a Trump, ya hemos visto que sus conceptos son contrarios al trumpismo.

Es el propio don Antonio quien menciona las acusaciones contra Prevost: algunos lo señalan como encubridor de abusos sexuales en su época de Perú. Don Antonio pone nombre a esos "algunos": esas fake news "fueron propaladas por el embajador de Trump ante la Santa Sede, que es un enemigo declarado del Papa".

Antes de atender una de las llamadas que construyen esta entrevista, don Antonio se ha cruzado en el Vaticano con una periodista peruana que ha estudiado al dedillo las acusaciones contra Prevost: "No tienen fundamento. De verdad, ningún fundamento. Se lo inventó el Sodalicio Cristiano de Perú después de que la Iglesia los suprimiera por bandidos. Bandidos económicos y bandidos sexuales".

Con la vista puesta en León XIV y el espejo colocado en Francisco I, desmigamos esa "polarización" tan mentada por los medios estos días: la pugna entre progresistas y conservadores. Dice don Antonio que ha existido "siempre" y pone como ejemplo las críticas feroces que recibió Pablo VI con aquella encíclica que declaraba inmorales los métodos anticonceptivos no naturales.

Pero le decimos que no es lo mismo, que esta vez la oposición a Francisco ha sido más dura, más cruel. ite don Antonio: "Es verdad que la oposición de hoy resulta más desvergonzada porque, además, dispone de más dinero".

–Pero también ha sido una cosa de dentro. A Francisco llegaron a llamarlo "hereje".

–Nunca imaginé que podía haber cardenales que llamaran hereje a un Papa. Es la negación absoluta de las verdades fundamentales de la fe cristiana. La Iglesia está asistida por el espíritu santo y el Papa goza de infalibilidad en la doctrina. Llamarlo hereje es una barbaridad.

–¿De dónde nace esa campaña?

–Esos fabricantes de armas que se sentían, con razón, atacados por Francisco... Seguirán financiando medios, radios y agencias de noticias. Para ellos, dar 20 millones de dólares es como si usted o yo damos diez euros.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Foto: Archidiócesis de Valladolid.

Casi sin darnos cuenta –todo es muy vertiginoso estos días–, ya estamos hablando de Francisco. Estamos en la intersección entre uno y otro. La mayoría de diarios –éste también– ha escrito estos días que León XIV tiene toda la pinta de ser un continuador de Francisco I.

–¿Lo será en los asuntos candentes? El papel de la mujer en la Iglesia, la bendición de homosexuales, el celibato...

–Los Papas construyen una continuidad total sobre los grandes temas. Porque un Papa no está para cambiar los dogmas ni el Evangelio. En cuanto a la adaptación de los principios morales a las situaciones complejas... ahí sí depende de la sensibilidad de cada uno.

–Esa es la cuestión: ¿cuál intuye que va a ser la sensibilidad de Prevost?

–Francisco sentía una gran cercanía con los que consideraba descartados o maltratados. Yo creo que León XIV también la va a sentir. No ha tenido ocasión de pronunciarse como Papa. No creo que haya una contrarreforma, no ha sido elegido para borrar la huella de Francisco.

–Parece que sí hay una diferencia de forma: Prevost salió al balcón recuperando la estola y la muceta.

–Cada uno tiene su estilo. Ratzinger solía usar mitras con piedras preciosas. Francisco llegó para lo contrario. Pero, en lo importante, no creo que vuelva el lujo de la Curia.

–¿Francisco fue populista y peronista, como le criticaban sus adversarios?

–No, en absoluto. Fue popular, pero no populista. No caía en las adulaciones absurdas de líderes individuales y, cuando se dirigía a los jóvenes, les recordaba que los derechos entrañan también obligaciones.

–¿Por qué no visitó España?

–Quiso hacerlo cuando el quinto centenario de Santa Teresa, pero los obispos españoles dijeron: "Si va a Ávila, tendrá que ir a Madrid, a Barcelona, a Sevilla...". Me consta que tenía decidido ir a Canarias por el asunto de la inmigración. No le dio tiempo.

Don Antonio no se atreve a pronosticar dónde vivirá Prevost. Sí nos cuenta que, desde que fue nombrado prefecto del dicasterio de los obispos, dispone de un gran apartamento... que no ha utilizado. Ha seguido viviendo en la casa de los agustinos, en una habitación austera.

Si eligiera instalarse en Santa Marta, como su predecesor, tendría todavía que esperar unos días porque el apartamento del pontífice está sellado. Dentro permanecen papeles delicados cuyo destino habrá que estudiar.

Para terminar, le pedimos que nos cuente alguna anécdota de los Papas a los que ha conocido. De Francisco, con quien sintió una mayor intimidad, destaca el olor a puerros con patatas en la misa de las siete de la mañana, en el apartamento papal. También las seis botellas de vino argentino que le envió Bergoglio por su cumpleaños.

Foto: Archidiócesis de Valladolid

Foto: Archidiócesis de Valladolid

De Ratzinger subraya un desconocido sentido del humor. Fue don Antonio a comer con Benedicto XVI cuando todavía no era Papa. De postre, pusieron sobre la mesa un brandy español, que Ratzinger rechazó en un primer momento porque no bebía. Don Antonio le animó: "Es Cardenal Mendoza". Y Ratzinger, cogiendo la copa y probando, respondió: "Si es Cardenal Mendoza, probaré. Porque es el único cardenal que no me va a hacer daño".

De Juan Pablo II guarda una reliquia especial: la estola de la misa que celebraron juntos. "Hice más de setenta viajes con él. Contribuyó enormemente a la caída del Muro de Berlín. Era un gran actor, le salía solo. Tenía una gran fuerza política", destaca.

Y de Pablo VI, habla como su preferido: "Fue el primer Papa de la modernidad. Acabó el Concilio Vaticano II. Fue el primero que se subió a un avión, el primero que regresó a Tierra Santa desde San Pedro".

Ya son cinco los cónclaves de don Antonio. Tenemos que cuidarlo mucho y no hacerle entrevistas tan pesadas como esta. Lo necesitamos como sea en el siguiente. Es nuestro hombre en el Vaticano.