Sus abuelos, e incluso sus padres, siempre se habían dedicado al campo. A ella se lo inculcaron, pero durante la juventud se desligó de lo que era la tradición familiar. Sin embargo, la sangre y lo que uno aprende en su hogar, siempre acaba tirando y eso fue lo que le pasó a Elena Burillo cuando se dio cuenta de que lo rural era lo que realmente le motivaba.
Natural de Zaragoza, hace algún que otro año esta joven decidió empezar un grado superior de Viticultura, es decir, el estudio de los procesos del vino. Para ella, simplemente era una forma de seguir conectada con el sector, aunque pronto se daría cuenta de que aquel instante solo era el principio de lo que sería su nueva vida.
Al momento de decidir las prácticas, optó por salir de España. Terminó en la ciudad sa de Burdeos, al suroeste del país. Allí comentó su habilidad para conducir tractores, ya que sus padres le habían enseñado desde muy pequeña, así que, durante el mes y medio que duró esta experiencia, dejó atrás la bodega por el trabajo de campo —nunca mejor dicho— y supo que jamás querría desligarse de él.
Su madre le animaba a trabajar en otra cosa, mientras que su padre confiaba en que "haciendo las cosas diferentes" podría tener un buen futuro. Rápidamente, aceptaron la propuesta de Burillo, aunque con una condición: estudiar algo, tener un plan B, por si esto no funcionaba. Y así fue. En el mismo verano que regresó de Francia, comenzó el grado de Ingeniería Agroalimentaria.
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Desde entonces, los días de Burillo poco tienen que ver con lo que podría ser la rutina de una joven de su edad. A primera hora, cuenta a ENCLAVE ODS, debe "revisar las ovejas, dar biberones, curar a alguna y alimentarlas". Le siguen los trabajos de campo que, cuando toca siembra, se traducen en "llenar la sembradora, echar gasoil y salir al campo".
Antes de que anochezca vuelve con tu tan querido ganado: toca cambiar a las ovejas. Y lo explica: "Nosotros las tenemos en un pastor eléctrico, que es una malla ganadera que vas movimiento como te interese. Lo que hacemos es una rotación y cada día cambian de parcela".
Pese a que todas las ramas del campo poseen su encanto, Burillo tienen claro que lo que más le gusta es la ganadería. Reconoce no atesorar "mucha" y que es "lo que más trabajo da", pero eso no parece inconveniente para que esta se haya convertido en una de sus pasiones.
Hasta aquí, podríamos decir que su vida poco tiene que ver con la gran mayoría de la juventud española, aunque no todo en ella iba a ser ajeno a lo convencional. Es una enamorada de las redes sociales, de ahí que se haya hecho influencer del campo (o agroinfluencer).
Su padre, dice, es quien le da gran parte de las ideas de sus publicaciones. Y así lo explica la propia Burrillo: "Tiene mucha paciencia. Me ayuda y me graba él". Aunque ella misma tampoco anda corta de ideas, porque, asegura, su día a día es "tan heterogéneo", que tiene para enseñar "lo que quiera y más".
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A sus seguidores, explica, ya sean ganaderos o no, lo que más les llama la atención es "el tema de la ganadería". También les gustan "los inventos" que hace, porque al final son cosas que "pueden utilizar ellos en casa" o que ni siquiera se les había ocurrido. Y es que, en definitiva, Burillo puede hacer "contenido de todo tipo".
Tan solo lleva un año publicando su día a día en redes, pero ya resulta suficiente como para que haya experimentado lo mejor y lo peor del mundo digital. En lo positivo, destaca a la gente que ha podido conocer, de su edad y del sector, porque al principio se sentía "un poco sola, sin referentes" ni gente joven en su zona que estuviese apostando por lo mismo.
El lado más crudo son los haters. "Todo el mundo se cree que tiene el derecho de juzgar y, a veces, hacen comentarios que no corresponden. Pero bueno, ahí estás tú para saber valorar a la gente que de verdad lo dice por tu bien y la que solo quiere hacer daño", señala la agroinfluencer.
Este tipo de comportamientos, dice, solo consiguen que dejes de publicar cosas "que sabes que no lo has hecho del todo bien" y van a dar para hablar. Y lo explica con un ejemplo: "El otro día una cabra saltó y se rajó entera. Lo que habría que haber hecho es cogerle la piel, rapársela y luego grapar, pero yo solo quería ponerla en su sitio porque me daba mucha pena".
Aunque en otro momento reconoce que no lo publicaría por el aluvión de críticas que le podrían caer, no quiere dejar de enseñar "la realidad". No siempre, continúa, podemos "hacer lo correcto y cada situación tiene su explicación". E insiste: "Antes de juzgar hay que preguntarse por qué se está haciendo eso. Puede ser que haya pasado algo y tú no lo sepas".
Para su suerte, esta no es la tónica de los seguidores de Burillo. La mayoría de veces, cuenta, simplemente le corrigen para "intentar a ayudar".
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Tal ha sido el éxito digital de esta joven zaragozana que se ha convertido en una de las nominadas para los Premios Agroinfluye en la categoría 'Agro Legend'. Se trata del primer reconocimiento a nivel nacional que se hace a los agroinfluyentes de España, aunque ya se ha realizado años anteriores en el extranjero.
La gala se celebrará en Zaragoza el próximo 18 de marzo, aunque las votaciones darán cierre el día 10 del mismo mes. Expectante por el resultado, confiesa Burillo, ya está "súper feliz" por el simple hecho de estar nominada. Lo que más ilusión le hace, dice, "es poder ir al evento y conocer a todos los demás participantes".
Llevarse el galardón, confiesa, sería algo casi inimaginable, porque hace tan solo un año empezó a subir contenido en redes sociales. Además, asegura, sus contrincantes son "muy buenos y ganar sería haber alcanzado un nivel muy alto".
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El campo es hogar para Burillo. Sin embargo, no lo sienten así miles de jóvenes, como si lo hicieron en su momento sus padres o sus abuelos. Y es que la falta de relevo generacional es uno de los grandes problemas del sector, aunque no el único.
Ahora, explica la joven zaragozana, "los agricultores necesitan tener más hectáreas para poder sobrevivir. Por consiguiente, esto viene relacionado con que se requieren menos personas para llevar las tierras, es decir, menos jóvenes".
Al mismo tiempo, el a tierra "es imposible", porque es "muy difícil encontrar a gente que te quiera vender el terreno". Esto, dice, complica las nuevas incorporaciones, especialmente cuando los jóvenes que quieren empezar no cuentan con una familia con agricultura.
Sin embargo, gracias a las redes, Burillo está consiguiendo revertir este escenario. De hecho, confiesa, "no sería la primera vez" que algún chico le escribe para decirle que gracias a ella ha decidido quedarse las ovejas de su padre. Algo que define como "súper satisfactorio". También, añade, hay "mucha gente de ciudad" preguntándole si podrían ir a ayudar a su terreno.
Aún por descubrir qué pasará en un futuro, la agroinfluencer vislumbra un sector agrícola "muy tecnificado". ite que le da miedo pensar qué va a ser de las tierras, "porque se están metiendo los fondos de inversión o las placas solares" y desconoce cuánto terreno cultivable habrá disponible.
Lo que sí tiene claro es que le gustaría ser parte de ese futuro. Sin embargo, es consciente de que el día que los precios le "ahoguen", no vea rentabilidad o simplemente se haya cansado, tiene ese plan B que tanto le aconsejaron sus padres.