Svetlana Aleksiévich. Foto: Antonio Heredia
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Foto: Antonio Heredia\nTraducci\u00f3n de Ioulia Dobrovolskaia. Debate. Barcelona, 2015. 360 p\u00e1ginas, 21'90 \u20ac 12'90 euros\nLee y descarga las primeras p\u00e1ginas del libro\n\u00bfC\u00f3mo se pudo derrumbar un imperio como el sovi\u00e9tico sin apenas violencia? \u00bfC\u00f3mo explicar la capacidad de sacrificio del pueblo ruso, su inconmensurable sentido patri\u00f3tico, en las condiciones m\u00e1s adversas? En las postrimer\u00edas de la perestroika de Mija\u00edl Gorbachov y en el ca\u00f3tico amanecer de la nueva Rusia alumbrada por Boris Yeltsin resonaron de nuevo esas preguntas. Las respuestas, mejor o peor documentadas, inevitablemente nos devuelven al siglo XIX de Tolstoi y de Dostoievski, a la revoluci\u00f3n, al totalitarismo sanguinario de Stalin, a los campos siberianos, a las guerras fr\u00edas y calientes del siglo XX y, sobre todo, a la invasi\u00f3n alemana en la segunda guerra mundial.\n\nLa periodista bielorrusa Svetlana Aleksi\u00e9vich (1948), galardonada este a\u00f1o con el Nobel de Literatura, lleva m\u00e1s de treinta a\u00f1os, desde 2000, en el exilio (en Francia y Alemania), luchando con censores y tiranos para dar voz a los sin voz, perfeccionando un g\u00e9nero que ella misma describe como \u201cnovela colectiva\u201d, \u201cnovela de confesi\u00f3n\u201d, \u201c\u00e9pica coral o coro \u00e9pico\u201d. Su maestro es Al\u00e9s Adam\u00f3vich, autor de novelas construidas a partir de las voces de la vida diaria, arrancadas del alma de miles de mujeres, ni\u00f1os y hombres. Manu Leguineche y Jes\u00fas Torbado aplicaron el mismo m\u00e9todo en Los Topos para rescatar del olvido a muchas v\u00edctimas de la guerra civil espa\u00f1ola. Aleksi\u00e9vich lo ha hecho con las v\u00edctimas m\u00e1s ignoradas de Afganist\u00e1n, de Chern\u00f3bil, de Chechenia, del descalabro sovi\u00e9tico y de la segunda guerra mundial.\n\n\u201cNo escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos\u201d, reconoce en la presentaci\u00f3n de La guerra no tiene rostro de mujer, su primer libro de 1985. Aleksi\u00e9vich resume centenares de entrevistas con mujeres y algunos hombres que sobrevivieron a la invasi\u00f3n, ocupaci\u00f3n y guerra de liberaci\u00f3n contra los nazis entre 1941 y 1945. Tan importante o m\u00e1s que los testimonios, galer\u00eda extraordinaria para un museo de la memoria, son los sentimientos que, tras cada entrevista, la reportera iba garabateando en un diario y que se recogen en la introducci\u00f3n del libro y en las primeras p\u00e1ginas de cada uno de los 16 cap\u00edtulos de la obra. Por separado, formar\u00edan un magn\u00edfico ensayo.\n\nSu guerra -con su llanto, sue\u00f1os, hambre, fr\u00edo y miseria-, como las de casi todas las mujeres que han combatido desde las campa\u00f1as del Peloponeso en Grecia, sigue siendo desconocida. Pero gracias a Aleksi\u00e9vich, la de cerca de un mill\u00f3n de mujeres que participaron en el ej\u00e9rcito sovi\u00e9tico o como partisanas contra los alemanes en la segunda guerra mundial lo es ahora menos. Mor\u00f3zowa, francotiradora once veces condecorada por dar muerte a 75 alemanes, recuerda los escalofr\u00edos y el miedo que sacudieron su cuerpo el primer d\u00eda que pas\u00f3 del blanco de madera a un ser vivo. Su compa\u00f1era de caza, Klavdia, no recuerda p\u00e1jaros ni otros colores que el negro y el rojo. Liubov A. Ch\u00e1rnaia retiene, grabado en su memoria, el resplandor de Smolensk en llamas, la ciudad entera ardiendo, y d\u00edas y noches sin dormir, cavando fosas comunes para enterrar a los muertos.\n\n\"Yo misma recog\u00eda los restos quemados\", cuenta Mar\u00eda V. Zholba, integrante de una organizaci\u00f3n clandestina. \"Recog\u00ed a la familia de mi amiga... La gente buscaba huesos, pedacitos de ropa, lo que fuera, trat\u00e1bamos de reconocer de qui\u00e9n eran. Cada uno buscaba a los suyos. Yo encontr\u00e9 un trozo de ropa y mi amiga dijo: \"Es la blusa de mi mam\u00e1\". Y se desmay\u00f3. Pronto comprendes que matar es mucho m\u00e1s dif\u00edcil que morir\".\n\nPueblos y ciudades incendiados, rostros desfigurados, brazos y piernas amputados, millones huyendo con lo puesto, ni\u00f1os, mujeres y ancianos aplastados por tanques o acribillados desde aviones, regimientos de transmisiones en Kursk que, en pocos d\u00edas, perd\u00edan al ochenta por ciento de sus soldados varones y eran reemplazados por chicas, casi todas voluntarias, muchas menores de 18 a\u00f1os, reci\u00e9n salidas de la escuela.\n\n\u201cLos recuerdos no son historia ni literatura, simplemente son vida, llena de polvo, sin el retoque limpiador de la mano del artista\u201d, le ha dicho alguien al comienzo. \"Yo lo veo distinto\", concluye. \"Es justo ah\u00ed, en la calidez de la voz humana, donde se oculta la invencible tragedia de la existencia, su caos y su pasi\u00f3n, su car\u00e1cter \u00fanico e inescrutable, la realidad interior. Digamos, el alma de los sucesos. Para m\u00ed, los sentimientos son la realidad\".\nLee y descarga las primeras p\u00e1ginas del libro" } 5l72f
Image: La guerra no tiene rostro de mujer
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