Nancho Novo es Fernando Fernán Gómez en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas

Nancho Novo es Fernando Fernán Gómez en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas 644p68

Teatro

Nancho Novo se mete en la piel de Fernando Fernán Gómez, un "monaguillo de la palabra", en la RAE 494s2x

En 'La aventura de la palabra', el actor recrea 25 años después el momento en que el cómico, un “modesto servidor” del lenguaje, preparó su discurso de ingreso en la Academia. 3j64i

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Fue el primer cómico en ocupar un sillón en la Real Academia Española. Corría el año 2000, un 30 de enero, cuando Fernando Fernán Gómez (1921-2007) pronunció su discurso de ingreso, Aventura de la palabra en el siglo XX, con el que sustituía al eminente lingüista Emilio Alarcos Llorach, en posesión de la silla “B”.

Era yo monaguillo de la palabra cuando ya me hormigueaba la vocación de ser no solo intérprete de ella sino sacerdote de su culto”, pronunció. Tenía entonces 79 años y había pasado ya más de 60 encima de un escenario, además de otros muchos delante y detrás de una cámara.

Inspirados en su disertación, y cuando se cumple un cuarto de siglo de aquello, el director Juan Carlos Pérez de la Fuente y el dramaturgo Raúl Losánez homenajean al emblemático actor en La aventura de la palabra. Una obra onírica, simbólica y poética que lleva a escena a un curioso ponente, trasunto de Fernán Gómez, que no es otro que Nancho Novo, y a la Palabra como personaje, personalizada en Marta Poveda.

La obra arranca poco antes de la lectura de su discurso. Nos encontramos, dice su regista, ante “un hombre intelectualmente en la plenitud de su oficio". Ha ganado el Premio Nacional, el Príncipe de Asturias, ha escrito Las bicicletas son para el verano, ha hecho de todo y en muchísimas disciplinas tiene una obra maestra.

"Pero le da un ataque de inseguridad. Ese es el Fernán Gómez que nos vamos a encontrar, muy distinto a ese hombre refunfuñón que puede conocer la gente. Brillante siempre, esa inseguridad nos descubre a alguien vulnerable y sensible. En este texto hay angustia, hay dolor, hay miedo. Hay teatro”.

"Es un hombre intelectualmente en la plenitud de su oficio, pero le da un ataque de inseguridad". Juan Carlos Pérez de la Fuente

No por casualidad, apunta, el intérprete entró en la RAE para sustituir a un científico de la palabra como era Alarcos. “Se adentraba a través del lenguaje de una forma muy distinta a como lo había hecho el filólogo, lo que le hizo replantearse qué podía aportar él”.

Nieto e hijo de actrices, doña María Guerrero y Carola Fernán Gómez, había nacido en Lima, aunque en su partida de nacimiento figurara Buenos Aires.

Nancho Novo y Marta Poveda en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas

Nancho Novo y Marta Poveda en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas

“Es una extraña mezcla, el resultado de una compañía de la época haciendo las Américas. Si a todo eso sumamos que las dos mujeres fundamentales en su educación eran muy distintas en lo ideológico –su madre monárquica, su abuela republicana–, Fernando fue un ser humano casi imposible de definir”, recalca Pérez de la Fuente.

“Estamos hablando de alguien cuya llegada a la Academia parece un milagro, porque tenía una personalidad que no exis-tió antes allí”.

Volvamos a ese año 2000, cuando Fernán Gómez pronuncia su ‘homilía’. De aquel momento, más allá del texto, no queda ninguna grabación, por más que la han buscado, apenas unos minutos de vídeos y algunas fotografías.

Pero en esta particular aventura de la palabra, el director, escritor, intérprete y productor –“hay un hombre que lo hace todo en España”, cantaba Astrud–, nos guía por un recorrido desde el teatro clásico hasta la radio, el cine mudo o la televisión.

Nancho Novo y Marta Poveda en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas

Nancho Novo y Marta Poveda en 'La aventura de la palabra'. Foto: Luiscar Cuevas

“En su discurso, habla de cómo la palabra va sufriendo en virtud de los acontecimientos históricos que la van atravesando. Para él, era algo importante –señala Losánez–. Porque es, al fin y al cabo, el arma fundamental de cualquier actor, su herramienta de trabajo. Además, también hace un análisis de cómo la palabra, más allá de su condición de actor o de autor, ha sido un instrumento esencial para el ser humano en la conquista de la libertad. Esa es la gran baza que quiere jugar”.

Es por eso por lo que Losánez ha decidido poner en valor a esa otra gran protagonista, dotándola de carne y hueso. 

He querido sublimarla y poetizarla, hacer que la palabra esté en escena, dado que él es un actor. Por eso hemos teatralizado su discurso, lo hemos llevado a un lugar onírico. No es él leyendo el discurso real, es otra cosa distinta. No está concebido desde un lugar realista, sino desde un lugar muy simbólico y poético, teatral y metateatral. Es el intento de un ponente sin nombre de construir su propio discurso para entrar en la Academia, y lo intenta armar, no sabemos si en una especie de ensoñación o de delirio fantástico”.

Con ese mismo temor a la página vacía, Novo y Poveda, ponente y palabra, se dan cita sobre un escenario completamente blanco. “El blanco es muy difícil, un color que se convierte en un espacio donde transitas de una manera muy particular. Casi nadie se atreve con él ya”, señala el director. 

“Pero también tiene que estar la mesa de trabajo, ¿cómo no va a estar?”. Es el escenario y es la sala. “No se puede entender esta puesta en escena ni su vida sin los espectadores”. 

También esta, claro, el discurso íntegro de Fernán Gómez, que aparece, más o menos fracturado, a partir de ese juego que ha armado Losánez. Los temas son los mismos, pero al narrarlos desde un lugar fantástico todo se puede disparar. Lo hace, de hecho, hacia lugares más generales, simbólicos y abstractos”, comenta el dramaturgo.

Sobre el escenario del Fernán Gómez, donde se representará esta obra hasta el 22 de junio, se reproduce aún su holograma. “Era un hombre...Era un cascarrabias maravilloso al que a veces le hartaba la vida, pero era un niño. Y posiblemente por esa mezcla extraña de ser un viejo y un niño, consiguió todo lo que consiguió”, recuerda Pérez de la Fuente, que hoy dirige el espacio del Centro Cultural de la Villa.

“Fue una de las grandes figuras de la cultura española del siglo XX y representarlo es complejo porque él fue complejo. Fernández Gómez es alguien a descubrir entre los entresijos emocionales, profesionales, amatorios, todo. Porque todo él fue esa unidad extraña y muchas veces diseccionarlo no es fácil”. Así que empecemos por su comienzo: las palabras.