
Kengo Kuma. Foto: Kuma San Portrait @designhouse 5y363w
Kengo Kuma, renovador de la arquitectura: "No necesitamos edificios monumentales, sino fuera de lo convencional" 1l5t3s
El japonés ha inaugurado este año el Centro de Arte Moderno Gulbenkian de Lisboa, su primer gran proyecto en Portugal, un impresionante ejercicio de ingeniería que busca la simplicidad y la armonía. 4n1j40
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Kengo Kuma (Kanagawa, 1954) ha renovado de manera sublime la arquitectura contemporánea (re)interpretando e incorporando la esencia del alma y las tradiciones de la cultura japonesa: la importancia de naturaleza, la serenidad zen, la refinada estética, los materiales "suaves" y los juegos de luces y sombras.
Reconocido como uno de los mejores arquitectos de la actualidad, nos recibe en la Universidad de Coímbra antes de impartir una conferencia sobre el uso de la madera en sus distintos proyectos por el mundo. Un material, al que se refiere como "su amigo".
Justamente el fresno del interior de Portugal es uno de los protagonistas de su impresionante Engawa (un pasillo cubierto típico de las viviendas japonesas) con un techo flotante a modo de voladizo de más de 120 metros de longitud, y que se despliega a todo lo ancho de la entrada del nuevo edificio del CAM-Centro de Arte Moderno Gulbenkian de Lisboa.
La extensa renovación de cuatro años del CAM diseñada por su estudio, Kengo Kuma & Associates, es su primer gran proyecto finalizado en Portugal, y la formidable marquesina otorga la identidad especial al nuevo CAM. Tanto que se ha creado el ciclo Engawa de proyectos artísticos Japón-Portugal, perfumes y hasta un coctel Engawa.
Sostenida por pilares inspirados en las agujas de los pinos, ha sido un ejercicio de ingeniería en búsqueda de la simplicidad; con una forma ondulante que recuerda a los barcos de los conquistadores portugueses, está recubierta por azulejos de cerámica portuguesa blanca, fabricados a mano. El nuevo edificio tiene puertas de vidrio a ambos lados, y añade las galerías para las exposiciones bajo el edificio con luz natural exterior.
El edificio original del CAM-Centro de Arte Moderno Gulbenkian, concebido por el arquitecto británico Sir Leslie Martin en 1983, se encuentra en los más de 18 acres de bosques y jardines de la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa, uno de los lugares más bellos de Europa compuesto por emblemáticos edificios que albergan el impresionante legado del prolífico coleccionista y filántropo armenio Calouste Gulbenkian (1869 -1955).
Durante la conversación con Kengo Kuma, más allá de un excelente arquitecto, se reconoce también a un humanista, quien como un gran maestro de té de japonés entrelaza la filosofía zen, acentuando en medio del agitado siglo XXI, la tranquilidad, la sencillez y la apreciación del momento presente.

Vista exterior del nuevo Centro de Arte Moderno Gulbenkian. Foto: CAM ©Fernando Guerra
Pregunta. Su arquitectura fusiona tradición y modernidad y el proyecto del CAM Gulbenkian de Lisboa adopta un concepto tradicional de la arquitectura japonesa: el Engawa, un espacio de transición entre el interior y el exterior.
Respuesta. La primera vez que visité Portugal y la Fundación Gulbenkian fue en 1997; los jardines de la Gulbenkian, el fuerte modernismo brutalista del edificio principal y la colección de arte me impresionaron. Todo encajaba. En el nuevo proyecto quería dar más protagonismo al jardín, que se ampliaba, y establecer nuevas relaciones entre el bellísimo edificio original y el bosque.
»La preocupación esencial al desarrollar el proyecto residía en crear una relación armoniosa entre la visión arquitectónica y la naturaleza. La Engawa permite realizar esa fusión entre exterior e interior, en este caso entre el museo renovado y nuevo terreno ampliado del parque, de forma perfecta. La Engawa a su vez simboliza la transición y la idea de suavidad que defiendo en la arquitectura; es un espacio de meditación a la sombra, que no solo brinda protección sino crea un ambiente cálido y acogedor.
»Es, en definitiva, es una invitación a experimentar la tranquila armonía entre arquitectura y paisaje, fomentando la contemplación en silencio en total integración con la naturaleza. Así, los nuevos jardines, más extensos (concebidos por el paisajista Vladimir Djurovic) se alzan como “el alma del edificio” que complementan la visión arquitectónica.
"En el siglo XX, los arquitectos querían ser los únicos protagonistas, querían controlarlo todo, 'matar' todo elemento vivo"
P. Ha construido muchos museos en distintos países ¿Podríamos considerar el CAM Gulbekian como una síntesis de todas sus ideas, y prioridades?
R. Sí, efectivamente, podríamos considerar al CAM Gulbekian como el epítome de todo lo fundamental de mi obra, y un guiño a mi defensa de una arquitectura suave y humana.
P. ¿Cómo concibe el museo en el siglo XXI?
R. Creo que el concepto de museo en el siglo XXI ha cambiado y el CAM Gulbenkian es un buen ejemplo. No necesitamos un edificio mayor, sino uno se salga de lo convencional, huyendo de lo grandilocuente, que sea flexible, de forma que el visitante tenga libertad en su interior.
»La ciudad necesita museos como lugares de comunicación y de encuentro; me gusta llamarlos “la sala de estar de la ciudad”. Con ello quiero decir que sea un espacio donde todo el mundo pueda reunirse, intercambiar ideas, percibir la alegría de vivir, y que disfrute del espacio del museo como si fuera el suyo propio. En el siglo XXI la comunicación debe ser más cercana.
Esa comunicación del CAM con la ciudad de Lisboa también se ha fortalecido con la nueva entrada en los jardines de la parte trasera de la Fundación Gulbenkian que se abre a una plaza pública. Los altos muros antiguos no solo han rebajado al mínimo, sino que se han convertido en bancos corridos “El proyecto de Kuma parece exclamar: son todos bienvenidos”, señala a El Cultural la española Ana Botella, subdirectora del CAM mientras nos sentamos en ellos.
P. Usted diseña una arquitectura con un enfoque contemporáneo, pero se distancia de las expresiones habituales. Su trabajo pone en valor los materiales y su contenido emocional; defiende los materiales "suaves" como la madera en vez del hormigón o el acero.
R. En el diseño arquitectónico, los elementos vivos deben ser siempre los protagonistas. En el siglo XX, los arquitectos querían ser los únicos protagonistas, querían controlarlo todo e intentaban “matar” todo elemento vivo en su diseño: fue un gran error. Mi enfoque es encontrar una forma diferente de expresar la arquitectura, evitando la monumentalidad, y apostando por una presencia que se acerca a la escala humana.
»Nos enseñaron que la arquitectura debía estar hecha de hormigón y acero, considerando estos materiales fabricados industrialmente más eficaces para crear grandes edificios, pero ahora no necesitamos construir esos grandes edificios ni tan rápido como antes. Construyamos con más cuidado, y cuidemos los edificios.
»Por ello, en su lugar, prefiero usar materiales naturales y suaves que puedan ser manipulados por las manos humanas, como el papel y la madera, que son mucho más propicios para crear una arquitectura cómoda, natural y fluida, cercana a la flexibilidad del cuerpo humano. Además, la utilización de madera es mucho más fácil que antes, y resulta mucho más resistente y duradera.

Vista exterior del nuevo Centro de Arte Moderno Gulbenkian. Foto: CAM ©Fernando Guerra
»Trabajar con madera durante tantos años en mi práctica, la ha convertido casi en un amigo para mí. La comprendo. Definitivamente, hay algo más emocional, íntimo y reconfortante en la madera. Parece guardar recuerdos e historias.
P. Ha sido un visionario. Desde que empezó la carrera, en un momento donde internacionalmente no era popular, impulsó una arquitectura en defensa de lo local. En un mundo aparentemente global, ¿cuál es la importancia de lo local?
R. Es fundamental. La globalización en la ciudad ha destruido frecuentemente la estética de los lugares. Si lo local desaparece, se perdería la identidad, las raíces y la riqueza patrimonial, la tradición… todo lo que otorga también sentido al futuro. Sería muy triste si esto ocurriera.
»Por ello mi arquitectura es una defensa de la artesanía y siempre intento incorporar algún material local, aunque no siempre sea fácil. Hay un concepto importante que es la armonía en la arquitectura, y este tipo de energía, que buscamos los diseñadores, comienza con el respeto del entorno natural y los habitantes del lugar.
"Concibo el museo como 'la sala de estar de la ciudad'. Un espacio donde todo el mundo pueda reunirse, intercambiar ideas"
P. Señala que trabajar con países no es tan importante como trabajar con materiales locales. En la Gulbekian proyecto ha trabajado con la madera de fresno y los azulejos portugueses.
R. Justamente el techo de la Engawa aporta al espacio calidez gracias a la madera de fresno que hay debajo. Por otra parte, desde el primer momento sentí que había una gran conexión y similitud entre los azulejos portugueses y los japoneses.
»No solo compartimos una misma estética en cierta forma simple y los colores azul y blanco, sino que su utilización es típica en la identidad de las ciudades. Está arraigada tanto en la tradición histórica portuguesa como en la japonesa, reflejando un respeto cultural compartido por la artesanía y la naturaleza.
»Por todo ello, sentí era transcendental incorporar la cultura de la cerámica al museo y el tejado es el mejor lugar porque en Japón ha sido algo consubstancial con su identidad. Se dice que los japoneses son poco expresivos y sin embargo trabajan con las manos de forma bellísima y mágica; es su forma de expresarse.
P. En España ha comenzado su primer gran proyecto en Sevilla (transformación de la antigua Fábrica de tabacos Altadis en un complejo de oficinas, hotel de lujo y transformando los jardines en una plaza abierta) ¿Cómo se ha materializado esta conexión local?
R. Aunque no sea fácil, siempre intentamos incorporar algún material local único al proyecto, como una forma de respeto a la identidad del lugar, a la tradición y sostenibilidad. En el proyecto Vera de Sevilla, nuestra actuación se concentra en el eje central del complejo que es la reconstrucción del edifico del Cubo con la nueva plaza-patio que hemos propuesto en su interior y el entorno del edificio.
»Hemos optado por continuar el uso de los materiales presentes en las estructuras existentes: la cerámica de los ladrillos de las tres alas de la parte de los antiguos talleres y la piedra paloma que es muy bella del ala norte, donde estaban las antiguas oficinas.
P. Dice que su arquitectura que es “una especie de marco de la naturaleza”. ¿Fue la naturaleza relevante en su educación?
R. Mi generación de los 50 crecimos viendo la naturaleza en las grandes ciudades, incluso en Tokio se encontraba pequeñas zonas verdes. Todas las casas más pequeñas tenían bonsáis; esta riqueza se fue perdiendo con la expansión de las ciudades a partir de finales de los 60.
»Lo importante en mi casa de infancia es que había una colina en la que jugábamos y allí también había un pequeño santuario que conectaba con el verde de la colina. Recuerdo lo mucho que disfrutaba esa relación con la naturaleza.

Starbucks Reserve® Roastery Tokyo. Foto: ©Masao Nishikawa © Kengo Kuma & Associates
P. Su infancia ¿es la base de toda su arquitectura?
R. Así es. Nací en 1954, y crecí en una casa de madera. Vivíamos con mi abuelo, que en cierta forma fue mi mentor; le encantaba el jardín, plantar vegetales, y disfrutaba de la armonía entre la casa y naturaleza que nos rodeaba.
»Era una casa con suelos de tatami, pantallas de separación ligeras construida antes de la guerra, totalmente distinta a la de mis amigos construida de los nuevos materiales, hormigón, aluminio, acero. La atmósfera resultaba totalmente distinta, tanto que mi casa parecía muy vieja, sucia, oscura... De niño no me gustaba mi casa; me daba vergüenza.
»Sin embargo, cuando empecé a estudiar arquitectura, descubrí que mi antigua casa era mejor que los edificios de hormigón y acero del barrio. Y el resultado es que en esos materiales naturales que luego supe apreciar, encontré mi camino y se han convertido en la base de mi arquitectura, así como y la filosofía feeling well, que la arquitectura debe transmitir calma y serenidad.
"Los edificios que lo cambiaron todo para mí son de Frank Lloyd Wright. Vino a Japón y descubrió la esencia de nuestra cultura"
P. Con proyectos en todo el mundo ¿Cómo encuentra la serenidad personal?
R. Mi vida diaria es la mitad del año viajar y otra la mitad en Tokio. Sigo disfrutando mucho viajando a diferentes lugares. Un profesor me dijo una vez “no rechaces nada, acepta todo”; los viajes te abren los ojos y me invitan a estar abierto a todo –lugares, gente, comidas, artesanías locales…–.
»Los viajes me proporcionan también pistas para nuevos diseños. Y en ellos escribo muchos ensayos que me gustaría dejar para las futuras generaciones y reflexiono sobre la tradición y la sencillez.
P. Decía Norman Foster que amaba tanto la arquitectura que podría trabajar gratis. ¿Se siente cercano a una afirmación así?
R. (Se ríe) Ahhh… La escala del proyecto no es lo que nos importa. Cuando elegimos un proyecto lo que valoro sobre todo son los valores culturales. Estamos por ejemplo realizando un proyecto a base de pequeños pabellones, no por el dinero; es casi una forma de voluntariado. En estos pequeños pabellones logramos plasmar nuestra filosofía.
»Es un método similar a las casas de té de Japón; son muy pequeñas, pero allí los maestros del té reflejan e incorporan elementos de diversas tradiciones filosóficas y transmiten una forma de vida en atención al detalle y armonía con la naturaleza . Todo eso es lo incorporo a mi arquitectura….
P. ¿En qué momento se dio cuenta que había conseguido ser un arquitecto?
R. En mi primer proyecto; fue en 1988, una casa pequeña de madera en Izu conocido por su balneario en una hermosa ubicación junto al Océano Pacífico. La llamamos Bath House porque el baño termal, que lo construimos como un gran balcón, se convirtió en el protagonista de la casa. Al acabar, me bañé con el cliente, y allí, con la maravillosa vista de la naturaleza, las islas a lo lejos y el mar, me dije: lo he logrado.
P. Su arquitectura se centra en las tradiciones japonesas, pero estudió en Columbia University también y Frank Lloyd Wright le cambió su visión.
R. Cada arquitecto tiene su historia: la mía es la diversidad. Efectivamente, los edificios que lo cambiaron todo para mí son de Frank Lloyd Wright. Vino a Japón y descubrió la esencia de nuestra cultura de una forma que nosotros no pudimos. Esto se reflejó en sus edificios, en particular en Fallingwater, la casa en Pensilvania que diseñó en la década de 1930. Literalmente es una construcción que me ha hecho llorar.

Bath House, en Izu. Foto: © Hiroshi Miyazawa © Kengo Kuma & Associates
»Nací y crecí en Japón, pero había también algunas construcciones de arquitectura occidental alrededor. Fui a un kindergarten católico donde había una pequeña capilla, una atmosfera muy diferente a los santuarios japoneses. Aún recuerdo lo que me impresionó a los 4 años la luz natural que filtraba en el techo y las vidrieras naturales.
»He tenido influencias de muy diversas culturas, no solo arquitectónicas sino filosóficas, y literarias. Muchos arquitectos van a Roma, pero para mí fue determinante un viaje de investigación que realice de estudiante a pequeños pueblos del desierto del Sahara. Era una época en la que estaba decepcionado con el nuevo diseño del modernismo arquitectónico y tampoco comulgaba con las tradiciones de los edificios japoneses.
»En realidad, estaba desilusionado con todo y por ello decidí irme al desierto con amigos y finalmente aprendí mucho… Allí la gente vivía con la naturaleza, y descubrí las casas de ladrillos que se secan al sol, modestas casas de madera… y esa experiencia fue la pista que me empujó a distintas direcciones, entre ellas a valorar otras tradiciones.
»Me convenció de que la era de los grandes edificios había terminado, en favor de la arquitectura a pequeña escala inspirada en los pueblos rurales.
"He tenido influencias de muy diversas culturas, no solo arquitectónicas sino filosóficas, y literarias. El desierto del Sahara me marcó"
P. Siente fascinación por el desierto y el bosque.
R. Parecen opuestos, pero en ambos son experiencias extremadamente bellas y en cierta forma similares. Nada tan bello como las puestas de sol y los amaneceres en el desierto o el efecto de la luz que se filtra por el bosque. En ambos uno siente una conversación intensa con el lugar y la naturaleza…
P. La luz como material en la arquitectura y la forma de utilizarla ¿puede cambiar todo?
R. La luz es la base de todos los diseños que hacemos. Yo disfruto especialmente del reflejo de la luz, esto es, la luz suave que penetra en un espacio tras reflejarse en el suelo y en el techo, en lugar de la luz que brilla directamente en la habitación. También es la base en el diseño del proyecto de la Gulbenkian, donde el reflejo de luz da una nueva experiencia al edificio.
»Está relacionado directamente con las ideas de Junichiro Tanizaki y El elogio de las sombras, donde defendía que la belleza de la arquitectura deriva del uso de las sombras. Esto fue algo que influyó mucho en la arquitectura y la literatura. Al contrario que en la tradición occidental que se prioriza la luz, Tanizaki da prioridad al uso de las sombras.
»Dejar entrar la luz natural no sólo nos permite conectar visualmente con el entorno, sino que también nos muestra el paso del tiempo: a través de la luz por la mañana y la puesta de sol por la tarde, la luz natural nos transmite un mensaje.

Interior de la Casa de Bambú, en China. Foto: Satoshi Asakawa © Kengo Kuma & Associates
P. El músico Ruychi Sakamoto era un gran amigo; ¿cómo le influenció?
R. Al final de los 80 viajamos juntos y hablábamos mucho. Me enseño la belleza de la música china; y de cómo compuso la banda sonora para la película de El Último Emperador. Antes de él, nadie entendía la belleza de la música china … y su música me dio muchas pistas para mis diseños.
P. Usted tiene una de sus oficinas en Shanghái y tienen muchos proyectos en China. ¿Es el siglo XXI es el siglo de China?
R. Mi experiencia en China es muy importante. Mi primer proyecto fuera de Japón fue en China; se trata de una casa (villa) de bambú cerca La Gran Muralla China. Aprendimos a trabajar con bambú, que expresa las diferencias entre este muro doméstico y la gran muralla. Fue hace más de 20 años: no fue un proyecto fácil, pero lo disfruté, y comprendí muchas cosas de China.
»Lo importante de Asia es la diversidad. Los japoneses hemos tenido muchas influencias de China: la escritura de los caracteres, los diseños que adaptamos. La adaptación me dio muchas pistas.
P. Cuando era un niño su padre le llevaba a nadar al Gimnasio Nacional Yoyogi, el estadio que Kenzō Tange había construido para los Juegos Olímpicos de 1964. Justamente allí, a los diez años, nadando tranquilamente, mirando cómo la luz caía desde lo alto del techo arqueado, se sintió en el cielo, y se dijo: “un día quiero crear edificios que emocionen a la gente de esta manera”. En 2020 construyó el Estadio Nacional de Japón para los Juegos Olímpicos. Un círculo mágico que se ha cerrado. ¿Se siente orgulloso?
R. (Se ríe con una paz maravillosa y contesta) Soy un hombre con suerte por haber realizado mi sueño, pero lo importante es que Kenzō Tange me ofreció ese sueño. Creo que lo mejor que puede hacer un arquitecto es transmitir la capacidad de soñar a los niños. Me gustaría hacer lo mismo que me dio Kenzō Tange:, contagiar la capacidad de soñar a las futuras generaciones .
Al final la entrevista la periodista, autora de la novela Un beso en Tokio, le entregará un ejemplar de su novela a Kengo Kuma quien, sorprendido, descubrirá que el personaje protagonista, el arquitecto Kengo Oe, está directamente inspirado en él.