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Eric Topol, experto en longevidad: "Este es el único hábito probado que reduce el envejecimiento del cuerpo" 673a45
Esta rutina tiene un potente efecto antiinflamatorio, influye en el microbioma intestinal y puede ralentizar el 'reloj biológico'. 4u13d
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La ciencia de la longevidad ha dado un paso más allá de los titulares sensacionalistas y los suplementos milagrosos. En una conversación reveladora con la divulgadora Mel Robbins, Eric Topol, uno de los cardiólogos más influyentes del mundo y pionero en investigación sobre envejecimiento saludable, desmonta mitos y señala con claridad el único hábito que, con respaldo científico sólido, puede retrasar el envejecimiento biológico: el ejercicio físico regular. Pero lo hace desde una perspectiva más amplia y humana, donde el foco no es añadir años a la vida, sino vida a los años.
Topol introduce un concepto clave: la diferencia entre la edad cronológica, la que marcan los aniversarios, y la edad biológica, que refleja el verdadero estado del cuerpo a nivel celular y funcional. Gracias a los avances en epigenética, es posible medir esa edad biológica con creciente precisión, y lo que sorprende, y entusiasma a la vez, es que puede modificarse. "El ejercicio no solo mejora la forma física", explica el doctor, "sino que es el único hábito probado que reduce el llamado 'reloj biológico', ralentizando los procesos que nos hacen envejecer por dentro".
Pero, ¿cuánto ejercicio hace falta? ¿Debemos correr maratones o levantar pesas cada día? Nada más lejos. Topol subraya que con tan solo 30 minutos de actividad física moderada cinco veces por semana, o incluso con sesiones más cortas y menos frecuentes, ya se observan beneficios sustanciales. Lo importante, insiste, no es la intensidad extrema, sino la constancia. "No se trata solo de ganar músculo o perder grasa, sino de estimular al cuerpo a regenerarse, a funcionar mejor, a mantenerse ágil física y cognitivamente".
Durante la conversación, el cardiólogo se muestra firme en su diagnóstico: hemos medicalizado el envejecimiento hasta el exceso, cuando en realidad la mejor medicina está en nuestras manos. "No necesitamos pastillas mágicas ni tratamientos futuristas para ralentizar el envejecimiento", dice. "Basta con observar cómo vivimos, qué comemos, cuánto nos movemos, cómo descansamos y con quién compartimos nuestro tiempo". El problema, señala, es que lo evidente no siempre es lo más fácil de implementar en una sociedad sedentaria y sobreestimulada.
Topol no se limita a hablar del ejercicio como una cuestión estética o de salud cardiovascular. Menciona su potente efecto antiinflamatorio, su influencia positiva sobre el microbioma intestinal y su capacidad para modular genes relacionados con el envejecimiento celular. Incluso lo compara favorablemente con fármacos antidepresivos. La evidencia clínica es apabullante: mejora la memoria, reduce la ansiedad, estabiliza el ánimo y fortalece el sistema inmune.
La conversación se vuelve aún más interesante cuando analiza los factores que aceleran el envejecimiento. Entre ellos destaca tres hábitos cotidianos con los que todos estamos tristemente familiarizados: el consumo habitual de alimentos ultraprocesados, la privación de sueño crónica y el aislamiento social. Estos tres elementos, presentes de forma creciente en la vida moderna, actúan como aceleradores del deterioro biológico, provocando inflamación sistémica, desequilibrio hormonal y pérdida de resiliencia celular.
Frente a estos enemigos silenciosos, ofrece una medicina simple pero efectiva: moverse más, comer mejor y reconectar con otros. En este sentido, el o social y la conexión con la naturaleza no son meros adornos del bienestar, sino factores fisiológicos que modulan nuestra biología. La soledad, como ya ha demostrado la investigación del 'Harvard Study of Adult Development', puede ser tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día. Cultivar amistades y exponerse a la luz solar no son lujos, sino necesidades biológicas.
Topol también aborda el papel de la tecnología como aliada, y no enemiga, en este proceso. Destaca el valor de los dispositivos portátiles que monitorizan el sueño, frecuencia cardíaca o actividad física. Para él, estos datos permiten tomar decisiones más informadas y personalizadas, transformando al paciente pasivo en un agente activo de su propia salud.
La nutrición, por supuesto, ocupa también un lugar central. El cardiólogo recomienda una dieta sencilla, basada en alimentos reales, con un enfoque especial en las proteínas de calidad y los vegetales. Advierte contra la "epidemia" de ultraprocesados que inunda supermercados y aplicaciones de reparto. "Comer bien no tiene por qué ser complicado ni caro. Es una decisión diaria que tiene consecuencias a largo plazo sobre la inflamación, el metabolismo y la regeneración celular", explica.
Lo más irable del mensaje de Eric Topol es su sensatez. No vende fórmulas milagrosas ni se apoya en el alarmismo. En lugar de eso, apuesta por devolverle protagonismo a lo cotidiano: caminar, dormir, compartir, alimentarse bien, evitar el estrés crónico. En definitiva, vivir con atención. Su enfoque conjuga ciencia, sentido común y humanidad, algo que no siempre abunda en el discurso sobre salud y longevidad.