Cada dos años, Salamanca se convierte en el escenario de una emergencia que nadie quiere vivir, pero para la que todos deben estar preparados.
La mañana de este lunes, la Base Aérea de Matacán ha simulado un accidente aéreo de gran magnitud: un avión civil, procedente de fuera del espacio Schengen, ha aterrizado de forma defectuosa tras sufrir un fallo hidráulico.
El tren de aterrizaje se ha colapsado, la aeronave se ha salido de pista, se ha partido en dos, ha ardido y ha dejado un reguero de fallecidos y heridos. Afortunadamente, esta vez, todo era un ensayo. Pero uno muy realista.
El ejercicio, conocido como ‘Vega 25’, ha puesto a prueba el engranaje de respuesta de emergencias del Aeropuerto de Salamanca y la Base Aérea de Matacán, en coordinación con un amplio abanico de instituciones: Ejército del Aire y del Espacio, Junta de Castilla y León, Subdelegación del Gobierno, AENA, Diputación, Guardia Civil, Policía Nacional, Sacyl, Cruz Roja, Juzgado de Guardia, Instituto de Medicina Legal y Adventia, entre otros.
En la simulación, activada a las 8:30 horas, se han declarado 6 fallecidos y 27 heridos con distinta gravedad: 8 en estado crítico (rojos), 7 graves (amarillos) y 12 leves (verdes). La cifra, aunque ficticia, ha sido gestionada como si de una tragedia real se tratara.
Los heridos han sido trasladados al Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, donde por primera vez en un simulacro de este tipo se ha habilitado un circuito real de triaje, ingreso y atención médica y psicológica. “Nunca se había hecho algo así, y gracias a la implicación del hospital, ha sido posible”, han explicado los organizadores.
Uno de los aspectos clave de este tipo de ejercicios es evaluar la coordinación entre organismos, especialmente en un aeropuerto con uso mixto civil y militar. Desde la torre de control hasta el último voluntario de Cruz Roja, todos los implicados han trabajado en una cadena perfectamente engrasada para detectar fallos, afinar protocolos y, sobre todo, poner rostros y nombres a los responsables de cada área.
“Siempre hay margen de mejora, y para eso sirve este ejercicio”
También se ha puesto a prueba la actuación del PECO (Persona de o), la única figura autorizada para informar oficialmente a las familias en caso de accidente con víctimas, así como la intervención del grupo CISM, especializado en asistencia psicológica en emergencias.
Desde 1995, el aeropuerto de Salamanca opera bajo un régimen de tráfico mixto que obliga a este tipo de simulacros cada dos años. Pero ejercicios como el de hoy, con todos los recursos activados en tiempo real y heridos ficticios ingresados en un hospital real, van más allá de una obligación legal.
Son, en palabras de sus mandos, una forma de recordar que prepararse para lo impensable puede marcar la diferencia entre el caos y la salvación.