
La fachada de la Casa Solans, en la actualidad. E.E Zaragoza 72412k
El precioso edificio que estuvo a punto de perderse en Zaragoza: es una joya arquitectónica "maldita" 5hb2d
La Casa Solans es uno de los ejemplos más fascinantes del modernismo aragonés. m3lp
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La historia de una ciudad, en la gran mayoría de los casos, se puede conocer a través de sus edificios. Las construcciones, ya sean emblemáticas o no, son la viva imagen del presente, el pasado y el futuro de las civilizaciones. Aunque, es cierto, que algunas llaman más la atención que otras.
Por ejemplo, en el número 60 de avenida Cataluña, al este de Zaragoza, se alza un edificio muy singular. Sus colores, formas y detalles modernistas atrapan la mirada desde la distancia, pero es su historia, tan rica como trágica, la que lo convierte en una joya única dentro del patrimonio aragonés.
Se trata de la Casa Solans, también conocida como la Casa de los Azulejos o, entre los vecinos más supersticiosos, la Casa de los Fantasmas. Así lo explica a este diario Jesús Martinez, doctor en Historia del Arte, quien señala que la historia de este precioso palacio comienza a principios del siglo XX.
Una residencia de lujo 2pt5k
Aunque para conocer los orígenes de esta casa, primero hay que mencionar a Juan Solans, zaragozano que tenía en su propiedad una industria de harinas en la ciudad. En 1913 adquirió una antigua torre, como se denomina en Aragón a las casas de campo, cercana a su fábrica, la Nueva Harinera. "Quería levantar allí una residencia de lujo que reflejara su éxito empresarial", nos sitúa Martínez.
Tres años después, en 1915 encarga la obra al joven arquitecto Miguel Ángel Navarro, recién graduado en Barcelona. "Navarro, influenciado por el modernismo catalán que entonces triunfaba, como el del Palacio de la Música Catalana, diseña una vivienda de estética vanguardista: una casa de tres alturas, con materiales nobles como ladrillo, cerámica colorida y cristal en abundancia", explica el historiador.

La casa Solans, cuando quedó abandonada. Zaragoza
La Casa Solans se construye entre 1918 y 1921, rodeada de jardines y cerrada con una elegante valla. Su arquitectura abierta, luminosa, y repleta de símbolos decorativos, como los cuatro signos zodiacales de las estaciones del año (Aries, Cáncer, Libra y Capricornio) en tarjetones cerámicos, es un homenaje al estilo modernista "más refinado".
Infortunios 3d3y
Pero el destino parecía ensañarse con la Casa Solans. En 1921, cuando la vivienda estaba a punto de ser terminada, un incendio arrasó gran parte de lo construido. Y no solo eso, ya que, poco después, el propio Juan Solans falleció sin haber llegado a habitarla nunca.
Quien sí vivió en ella fue su viuda, Rafaela Ainza, que residió allí hasta su muerte en los años 60. Durante ese tiempo, la casa fue ganando una fama inquietante entre los vecinos. Se hablaba de sombras en los ventanales, luces inexplicables y ecos lejanos. El conjunto de desgracias, simbología esotérica y estética fantasmal alimentó su leyenda negra, hasta ganarse el apodo popular de "Casa de los Fantasmas".

Los cuatro signos zodiacales, en la fachada del edificio.
A la muerte de la propietaria, el edificio fue vendido a una inmobiliaria que pretendía derrumbarlo para construir viviendas y, durante años, la Casa Solans quedó abandonada, vandalizada y al borde del colapso. Casi estuvo a punto de desaparecer, pero fue entonces cuando el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza intervinieron.
Bien de Interés Cultural 47345g
El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural, y en los años 90 fue restaurado por el estudio de arquitectos Úrsula Heredia, respetando su estética original. "Una restauración compleja, que devolvió el esplendor a esta singular construcción", señala Martínez.

La casa Solans, en la actualidad.
Entre 2003 y 2015, la Casa Solans vivió su época más institucional, cuando fue la sede del Secretariado de Naciones Unidas para la Década del Agua, lo que le otorgó un carácter oficial e internacional. Hoy, la propiedad es de titularidad municipal y se utiliza para eventos y visitas guiadas puntuales.
La Casa Solans es, sin duda, uno de los ejemplos más fascinantes del modernismo aragonés. Una mezcla de belleza, misterio y leyenda que la convierte en uno de los edificios más singulares de Zaragoza. Su historia —entre luces y sombras— nos recuerda que las casas también pueden tener alma. Y esta, sin duda, la tiene.