
Juanma Beltrán en su gimnasio de San Vicente del Raspeig.
Juanma, cuatro trabajos para montar su propio gimnasio con 23 años: "Lo contaba y me llamaban loco"
El sanvicentero comparte su experiencia como emprendedor joven y las dificultades que ha encontrado por el camino.
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Si independizarse ya es difícil para los menores de 30 años, montar un negocio parece una misión imposible. Juanma Beltrán, de 23 años, lo ha conseguido a pesar del aumento en el precio de los inmuebles, los materiales y del propio rechazo de ajenos y cercanos por su juventud.
El sanvicentero está a punto de abrir su gimnasio de boxeo y kickboxing Gold Lion Club en San Vicente del Raspeig, tras cerca de tres años trabajando sin descanso en turnos interminables para poder reunir el dinero y materializar su sueño.
Juanma, aún con los ojos rojos tras haber trabajado como seguridad en dos fiestas el día anterior sumando 18 horas seguidas, relata los sacrificios que hay que hacer para poder emprender en un contexto como el actual.
Desde que tuvo claro su proyecto, ha trabajado casi de todo para poder ahorrar lo suficiente. Ha sido repartidor de pizzas, reponedor, friegaplatos, obrero, operario en fábricas, vigilante nocturno... Todo ello mientras daba clases particulares y enseñaba en gimnasios.
"Siempre he tenido al menos dos o tres trabajos. Como soy una persona a la que no le gusta salir de fiesta, intentaba buscar trabajos de seguridad por las noches. Además de no gastar, ganaba dinero", explica.
En algunos momentos llegó a compaginar hasta cuatro empleos, sacrificando fines de semana, reuniones familiares y salidas con amigos. "Me sabe mal por esos momentos en los que podía haber estado con mi familia o irme a cenar con mis amigos, pero preferí sacrificar un par de años", comenta.
Cuando empezó a entrenar kickboxing, se dio cuenta de que enseñar a otros le llenaba incluso más que practicarlo. Tras unos años, decidió que quería montar algo por su cuenta.

Juanma: "Cada día aprendo algo nuevo".
"Empecé dando clases en cualquier lado. Los parques eran mi gimnasio, cualquier sitio era bueno. A veces iba a la playa y otras, a domicilio. Con 19 años pensé a lo grande: en abrir mi propio gimnasio. Pero la gente me decía que era muy joven, que me faltaba experiencia... y también tenían algo de razón", reconoce Juanma.
Después de años ahorrando, todavía sigue trabajando de jueves a domingo en varios empleos para tener las mañanas libres para entrenar, porque "esto no es gratis, aunque iré bajando las horas para centrarme más en el gimnasio".
Piedras en el camino
A su esfuerzo laboral se suman los obstáculos propios de emprender como el desconocimiento, el rechazo de propietarios e inmobiliarias e incluso el recelo de parte de su entorno.
"Yo pensaba que la factura de la basura serían 30 euros y resulta que son 200", comenta, subrayando la falta de formación práctica sobre aspectos básicos como hacer una factura. "Tengo un asesor que me va explicando cómo funciona todo y cada día aprendo algo nuevo".
Juanma asegura que uno de los grandes quebraderos de cabeza fue encontrar un local. Le costó "un año y medio quedando con inmobiliarias y yendo de un lado a otro".
"Además, te ven joven y creen que los estás mareando. Ha habido gente que no me ha querido alquilar su local solo por mi edad, porque decían que no sabría llevarlo", apunta.
Y por si fuera poco, también tuvo que lidiar con la falta de apoyo por parte de su entorno más cercano. "Ahora me dicen que me va a ir genial, pero al principio lo contaba y me llamaban loco", recuerda.
Como consejo a otros jóvenes que quieren emprender, lo tiene claro: "Hay que hacer lo que te gusta a ti y creer en uno mismo".